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La mano de Blanc

Laurent Blanc es el nuevo seleccionador de fútbol francés, después del mundial de Sudáfrica. La decisión estaba tomada y comunicada antes del campeonato, por lo que los dirigentes de la federación diseñaron un malvado escenario en el que futbolistas y el técnico Raymond Domenech sabían que allí concluía su relación. Como ésta no había sido bien avenida ni un camino de rosas,  se destaparon todas las fobias y unos y otros acabaron a la gresca, sin que faltaran insultos, amenazas y desastre deportivo.


Fue tan grande el siniestro, acompañado de ridículo, que intervino hasta el presidente de la República. Sarkozy llamó a capítulo. Dimitieron unos, sancionaron a otros, y se terminaron de marchar los que quedaban. Llegó Blanc y se encontró con tierra quemada y olor a chamusquina. No sé a quien corresponde la frase o idea, pero es bien cierto que lo que tanto se tarda en construir puede derribarse en un minuto. Y así fue, la grandeur futbolística de Francia se arrastraba por los suelos. Volver a empezar.

¿Y con quién?. No era recomendable recurrir a muchos de los protagonistas señalados como culpables del descrédito. El seleccionador incorporó gente nueva y joven, sin perder de vista a quienes se salvaron de la quema. Hoy se habla de Benzema, Nasry, Mexes o Remy autor de los goles del pasado sábado a Rumania. Gourcuff cobra protagonismo junto a los Lloris, Reveilliere, Valbuena, Clichy o Malouda, jugadores que se mantienen del anterior proyecto. Es un equipo cogido con pinzas, timorato, poco relevante y falto de glamour, pero gana. Encabeza la lista de su grupo clasificatorio para la próxima Eurocopa.

Cuenta además con el apoyo del fervor popular y mediático. En eso son grandes. Los aficionados llenaron Saint Denis el pasado sábado y no cejaron los gritos de apoyo y ánimo para su equipo, pese a que no jugaba bien. En los últimos diez minutos, apareció el martiniqués Loïc Remy para marcar sus goles y perpetuar la creencia de volver a ser lo que fuimos. De eso, a creer que se nota mucho la mano de Laurent Blanc dista un abismo.

Iñaki de Mujika