Los votantes de la FIFA han decidido que Rusia y Qatar acojan los mundiales de fútbol de los años 2018 y 2022, que, unidos al 2014 de Brasil, aseguran negocio para los próximos tres quinquenios. No hay en todo el universo un deporte que vaya por delante del fútbol en organización y previsiones. Ni siquiera los JJ.OO alcanzan a tales fechas. Londres será la sede de 2012 y Rio de Janeiro la de 2016. En medio, Rusia acogerá los de Invierno de 2014 en Sochi.
Confirmadas las nuevas sedes, se comprueba que Brasil asumirá Mundial y JJ.OO en un tramo de dos años. Casi lo mismo sucede en el caso de Rusia que albergará en cuatro años JJOO y Mundial. Así lo establecen los organismos que deciden las sedes atendiendo a criterios plurales y difíciles de medir. Esta misma tendencia se comprueba con las elecciones olímpicas. Madrid lleva intentándolo desde hace tiempo, pero Barcelona 92 pesa demasiado en la balanza.
Al mundial de 2018 aspiraban varias candidaturas, entre ellas la Ibérica que llevaba mucho tiempo preparando todo, atando cabos y arañando votos. Pero, como sucedió con Sudáfrica en su día, el balón rodará por los campos de un país que nunca organizó el campeonato.
Cuatro años más tarde Oriente Medio acogerá por primera vez un Mundial. Y lo hará Qatar, un pequeño país de millón y medio de habitantes, cuya capital Doha aglutina casi un tercio de esa población. Ricos en petróleo, han prometido construir estadios grandiosos, miles de plazas hoteleras y todo lo necesario para que el evento del que se responsabilizan satisfaga a los rectores de la FIFA, que con estas designaciones garantizan el futuro de la institución.
Con las ganas de ser elegido se ha quedado el proyecto ibérico. Hace 30 años España organizó el campeonato y hace seis los lusitanos acogieron la Eurocopa. Demasiado poco tiempo para recibir de nuevo un encargo de semejante envergadura. La decisión afecta colateralmente a las obras de remodelación del Estadio de Anoeta o San Mamés Barria, porque se intuía que ambos recintos acogerían partidos del campeonato, y que de las arcas de FIFA iban a llegar buenos millones para reformar o construir los recintos. Por ahí, al menos, salimos perjudicados.