El Barça actualmente luce en su camiseta la publicidad de UNICEF y paga por ello un millón y medio de euros anuales. El actual presidente del club catalán Sandro Rosell cree que deben ingresar dinero por ese concepto y ha buscado en Qatar la fuente para obtener una millonada de euros con los que aliviar las tensiones de caja y dotar a la entidad de un soporte presupuestario por el que suspirarían el resto de equipos del mundo.
A partir de ahí se abre un debate. En los clubes los socios y seguidores opinan. Un sector cree que la camiseta debe permanecer inmaculada y sin publicidad. El otro estima que las entidades deben conseguir recursos por donde sea para alcanzar grandes presupuestos y formalizar plantillas lo más competitivas posible. El actual debate sobre los contratos televisivos apunta a esa realidad.
El presidente barcelonista leyó pancartas en su contra en los prolegómenos del partido de la Real. Los servicios internos del club las retiraron. En ellas se manifestaban en contra del acuerdo con la Qatar Fondation. Johan Cruyff, una especie de oráculo de Delfos en el entorno blaugrana, ha arremetido contra la decisión y el acuerdo. La respuesta de Rosell ha sido clara: "Le respeto, pero con este dinero podremos pagar las nóminas. Hoy me defino como feliz y si fuera seguidor de otro equipo, estaría muy preocupado, porque este es el acuerdo que muchos clubes querrían haber firmado". Algunos han querido leer entre líneas que el Madrid aspiraba a lo mismo.
Quedan dudas en el horizonte. La primera es saber en qué parte del uniforme llevará el Barça la publicidad de UNICEF y la segunda es por qué se habló al principio de Qatar Fondation y luego, en el acto de presentación del acuerdo, de una sociedad de inversión del gobierno llamada Qatar Sports Investment, que es la que pone el dinero. Quizás podamos entender mejor ahora la noticia inicial, ya que sorprendía que una ONG pusiera tanta pasta.