Robert Kubica es un piloto de Fórmula 1 que acaba de sufrir un grave accidente. Su futuro como conductor de vehículos depende de una operación quirúrgica que le practicaron galenos de reconocido prestigio en su maltrecha mano derecha. Siete horas de quirófano y minuciosa reconstrucción de huesos, tendones, músculos para impedir la amputación del citado miembro. Sólo el tiempo resolverá la incógnita que afecta al futuro del piloto polaco en la alta competición. Y esa ha sido una de las cuestiones que ha podido llamar la atención, porque los medios se han preocupado más del conductor que de la persona.
La primera noticia de Kubica me la dio Joan Viladelprat cuando visitaba en Azkoitia las instalaciones de Epsilon Euskadi. Me habló muy bien de él como piloto y como persona. Era su conductor referencia. En 2005 Kubica ganó la World Series con este equipo, logrando así unas pruebas con el equipo Renault F1. Robert tuvo el privilegio de conducir el Renault R25, el monoplaza campeón de F1 en dicha temporada Meses después Robert fue anunciado como tercer piloto de la escudería BMW Sauber.
Desde entonces mantiene un status de valor, ratificado con el triunfo en 2008 que logró en el GP de Canadá. Se convirtió en el primer piloto polaco de la historia en conseguir un triunfo en F1.
El pasado domingo sufrió un grave accidente durante la disputa de un rally en Italia, a bordo de un Skoda Fabia. A resultas del mismo, han devenido los acontecimientos referidos. Lotus Renault pierde al primer espada de la escudería. Ni estará en los entrenamientos previos a la competición, ni pilotará el vehículo en toda la temporada. Dentro de un año, tal vez pueda volver a sentir la tensión de un volante, de las vibraciones de un motor que se ha parado. Será la mejor noticia para él, porque indicará que ha recuperado la funcionalidad de la mano.