Unai Emery montó anoche triste en el avión que les traía de vuelta a Valencia. Su equipo echó por tierra todos los esfuerzos y quedó eliminado de una competición en la que creía. Pese a haber empatado en el partido de ida en Mestalla, intuía que en la cancha del Schalke 04 se materializaba su paso a cuartos de final. Preparó como siempre el encuentro. Sus planes cuajaron cuando Ricardo Costa hizo lo más difícil que era marcar el gol fuera de casa.
Los alemanes no brillan en su juego, pero son resultadistas. Su papel en la Bundesliga no pasa de discreto y se convierten en la perita en dulce de la siguiente ronda. Todos sus rivales se sentirán encantados si el equipo de Magath se empareja en el bombo. En las filas del cuadro teutón se ha instalado Raúl, el exmadridista que se convierte en el referente europeo. Nadie ha jugado más partidos que él, por lo que encabeza el ranking de actuaciones en la Champions con 138 encuentros disputados. Pensó que pudiera ser el último, pero la suerte y el acierto en el remate le permite prolongar su leyenda.
El técnico de Hondarribia es un enfermo del fútbol. Estudia a los rivales y prepara con mimo cada partido. La improvisación no existe, porque le gusta que todo esté bajo control. En el diseño del juego, el Valencia fue superior. También en las ocasiones, pero en el fútbol no decide ni el marco, ni el paisaje del cuadro, sino los trazos fuertes del pincel. Y en eso, el conjunto ché estuvo desacertado y por los fallos de remate se marcha de Europa.
Emery soñaba con el pase a cuartos. Vive en una ciudad complicada, porque las presiones al equipo y a él mismo son enormes. Todos quieren gobernar y decidir desde fuera. La prensa juega su papel, los accionistas propietarios mueven sus hilos porque nadie perder poder. El técnico está en el ojo del huracán. Obtiene los mejores resultados de la liga, después de los dos grandes. Pero no es suficiente. Le quitaron a Villa y Silva en verano, pero mantiene su certificado de garantía. Ahora, con la liga por delante convivirá con las especulaciones de su posible renovación. Sobre el futuro del banquillo del Valencia se dicen muchas cosas y sobre Emery, también.
No lo tiene fácil. Con los ojos vidriosos se atrevió a decir ¡otra piedra más que me cae en la cabeza!. Se trata de saber si esta será la última a orillas del Turia.