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¡Que vienen, que vienen!

Llega el Barça a Anoeta como los tambores de Calanda, es decir, en medio de un ruido ensordecedor. No es para menos. Era previsible que las derivas de tanto partido seguido entre los grandes llevaran al enfrentamiento, al todo vale para conseguir el objetivo, a las riñas y a las disputas. Suele suceder y no es nuevo, Los que peinamos canas hemos vivido grescas de todos los colores. La de ahora es más mediática y agresiva porque se juegan una barbaridad.


Lo mismo que la Real Sociedad ante los catalanes. Hoy por hoy, si fuera por la calidad de la plantilla, por el nivel de los futbolistas, por la propia clasificación y por los recursos, la escuadra de Martín Lasarte tendría poco que hacer. Sin embargo, este partido llega en medio de unas circunstancias que, cuando menos, animan a intentarlo.

El Barça de Messi  acumula suficientes esfuerzos físicos y mentaless como para estar cansado. Dispone de un colchón en la liga de ocho puntos, suficientes para tomarse un respiro o por lo menos jugar un partido de control con la habitual posesión del balón y la búsqueda de resquicios que aprovechar para seguir su imponente racha. Si le sale bien, fantástico. En caso contrario, tampoco se acaba el mundo.

La cabeza blaugrana sólo piensa en el martes. Con la liga en la mano, Europa es el objetivo irrenunciable. Más, si dejas al enemigo en la estacada. A esta hora es imposible saber qué Barça va a saltar al césped de Anoeta y cuál va a ser su comportamiento. Tampoco tenemos claro si la Real va a ser timorata o agresiva como en las grandes citas de su feudo en las que ha dado su mejor nivel, aun perdiendo. La grada va a estar abarrotada de seguidores de ambos equipos. Es probable que no se monte tanto ruido como en Calanda, pero si quieres ganar un partido debes ir con bombo y tambor y no con maracas.

Iñaki de Mujika