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Una txapela en Iparralde

Que Aimar Olaizola me perdone, pero creo que ayer éramos muchos los que en el fondo de nuestro corazón deseábamos la victoria de Xala en la final del manomanista. Por nada especial que no sea la culminación feliz de un proceso que se inició con una inesperada apendicitis y que concluye con una txapela sobre la cabeza del pelotari de Iparralde.


Y para que no vean ustedes nada más allá de los sentimientos, puedo afirmar sin ruborizarme que nunca jamás he cruzado una palabra con el pelotari de Lekuine, al que tampoco nunca he hecho una entrevista personal. Es cierto, que asistí a la rueda de prensa de Irún cuando convocó a los medios para protestar y para asegurar que quería jugar la final. Defendía sus tesis con vehemencia, porque la inicial medida de apartarle del partido decisivo no se sostenía con argumentos poco sólidos.

Xala los tiró por tierra en aquella comparecencia a la que acudió con médicos, abogados, pelotaris y amigos. Afirmó sin vacilar que iba a estar preparado para el primer domingo de julio, que quería jugar la final, que le habían arrebatado las empresas, al decidir que un derrotado en semifinales luchara por el título. A Oinatz Bengoetxea, entonces, le cayó un paquete, un marrón, sin comerlo ni beberlo. Fue tal la presión mediática y la de los propios aficionados que a los responsables del desaguisado no les quedó otra que claudicar y ceder.

Desde entonces hasta ayer, cada pelotari ha vivido su mundo y su preparación. Uno esperando impaciente, el otro acelerando su puesta a punto sin perder de vista la cicatriz de su apendicitis. Elegido el material y abarrotado Miribilla, Aimar Olaizola e Ives Salaverry ofrecieron un espectáculo inolvidable.

Ganó Xala su primera txapela, después de dos intentos fallidos. Es el primer pelotari de Iparralde en conseguirlo. Es un señor. Cuando se le acercaron de frente todos los micrófonos, estos sólo escucharon la palabra gracias. Ni un mal gesto, ni un recado a nadie. Lo tenía en bandeja para arremeter.

Dejo una pregunta en el aire cuya respuesta no quiero conocer: ¿Fueron a abrazarle y se hicieron fotos, quienes decidieron que no jugara la final?. Como apoyé públicamente las tesis de Xala en defensa de la legitimidad, siento algo así como descanso y satisfacción por la misión cumplida. La empresa a la que pertenece debería ahora dar las gracias a quienes de una u otra manera pedimos que pelearan por la txapela los jugadores que se habían hecho acreedores en la cancha. Con Xala victorioso, Aspe se apunta un tanto que tiró hace semanas. ¡Ver para creerr!

 

 

 

 

Iñaki de Mujika