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El caudal del río Aragón

La carretera que lleva desde Pamplona a Jaca plantea preguntas al conductor y le obliga a tomar decisiones. La primera de ellas en Liédena. ¿Por la izquierda, o por la derecha?. Si eliges la primera opción sentirás la tradición de Leyre y el espejo de las oscuras aguas del pantano de Yesa antes de orientar tus pasos hacia la villa jacetana o las cumbres pirenaicas desde donde saltan rápidos y arroyos de frías corrientes.


Si decides la otra posibilidad, llegarás a Sangüesa en donde, nuevamente, deberás responder a las incógnitas. ¿Javier y su castillo, Sos del Rey Católico, Petilla de Aragón, la propia Zangoza…?. Esta vez no existían dudas. Así que el buscador de caminos sabía el destino concreto. El coche siguiendo el caudal del río Aragón llegó dubitativo hasta la Plaza de los Fueros. Allí, de frente, apareció Víctor Aldunate, un balonmanista que espera que le paguen lo que le deben. Había quedado con él, para verle, para compartir una mesa, pero sobre todo para charlar en los distintos escenarios por los que nos pensábamos mover. Lo dijo pronto, todo por muy agradable, mereció la pena.

Los recuerdos que guardaba de Javier eran remotos, vagos y poco consistentes. Tanto que tuve la sensación de no haber estado nunca. Los aparcamientos disuasorios obligan a dejar el coche fuera del recinto. Luce el sol y la temperatura aprieta sin asfixiar. Las primeras fotos son para el castillo que enarbola en lo alto la bandera de Navarra. Se eleva poderoso con la crestería de la sierra de Errando al fondo. Visitar el castillo cuesta dos euros y medio. Puedes hacerlo en grupo con explicaciones o de modo particular. Elegimos ésta. La restauración de todo ha quedado hermosa. La visita de las salas es agradable, sin agobiar, aunque el nivel pictórico de los cuadros y otras reliquias que ocupan vitrinas no cautivan en exceso.

Otra vez a subir escaleras. Queríamos llegar a las almenas y lo hicimos. Más instantáneas para el recuerdo. Desandamos el camino, aunque antes entramos en la iglesia peregrina y en la Anunciación con hermosa pila bautismal. De regreso, pateamos las céntricas calles sangüesinas. La puerta de Santa María la Real está cerrada, pero muestra toda su belleza en el exterior con su inmensa portada románica y la sorprendente torre gótica de planta octogonal. No muy lejos, fue posible franquear la puerta de la iglesia de Santiago, románico avanzado, con rosetón gótico en la fachada principal, capillas radiales y muros fornidos.

A Víctor le dejé claro desde el principio que no me iba sin comer "pochas de Sangüesa"- Además él iba a elegir el sitio. "Déjate llevar. Nos esperaba el restaurante del hotel Yamaguchi (Carretera Sangüesa a Javier s/n.  Sangüesa Tel.: 948 870 127). Es la casa de los hermanos Vinacua, participantes en concursos de pintxos donde consiguen que les reconozcan sus méritos. El "buñuelo de perritxikos y las manitas de cerdo en tempura de de pochas" aparecen como referencia en los buscadores de Internet.

El comedor ofrece dos opciones. Menú del día o carta. Había comensales repartidos en un amplio salón. Nos sirvieron primero un aperitivo (gazpacho frío). Después, el revuelto de setas y las carrilleras de Víctor, las pochas y el solomillo de quien suscribe- Heladito y café. Además de estar muy amablemente atendidos, debo confesar que estaban monumentales.

Como los edificios que antes y después de comer visitamos por las calles de Sangüesa. El Palacio Ongay-Vallesantoro, la calle Mayor, la Casa Consistorial y una tienda de comestibles, "la Juana", en la plaza de  las arcadas, donde compré un kilo de pochas sin desgranar. Llegada la hora, despedida y satisfacción. La larga charla y todos los entornos nos ayudaron a ganar confianza.

Iñaki de Mujika