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Labaka

Decidí acudir ayer a la sala de prensa de Zubieta. Sólo fui a aplaudir. Como yo, muchas personas que quisieron sentirse cerca de Mikel Labaka, y que éste, a su vez, supiera que nunca caminará solo. De ese modo, sin nadie junto a él en el estrado, el central de Azpeitia respondió a las preguntas. Ninguna con maldad, como tampoco la hubo en sus respuestas. Ni un solo reproche. Quince años, la mitad de su vida, defendiendo con sus argumentos los colores del club que ama y lleva dentro.

Se mantuvo entero, aunque tal vez cuando se le preguntó por su amigo Mikel Aranburu se le puso un nudo en la garganta. Ambos han hecho el trayecto juntos centenares, miles de veces. Las conversaciones, los sentimientos, el conocimiento de la vida…. ¡Si el coche hablara!.

No sé muy bien si Labaka es un buen futbolista. Ni soy técnico, ni capaz de valorar las capacidades mejores del "6", el número que defendían Pikabea, Luiz Alberto o Schurrer, centrales que le precedieron muy diferentes sobre el terreno de juego. Prefiero otras cosas que a día de hoy parecen trascendentes. Están en crisis los valores. Por eso, da pena que quien los atesora no pueda seguir compartiéndolos en un vestuario. Mikel es ejemplar en la profesionalidad, en el cumplimiento del deber, en la responsabilidad, en la disciplina personal, en el orden, en el amor al club, en el respeto a los demás… Espejo para los jóvenes de hoy, decisivos mañana.

Compartía no hace mucho tiempo una charla con Sergio Rodríguez, futbolista de la Real en la temporada del último ascenso a Primera. Le comentaba los temores con los que convivo en referencia al pálpito del grupo, a la posible pérdida de identidad. Su respuesta fue contundente. "No te preocupes, porque mientras en ese vestuario haya gente como Aranburu, Labaka, Xabi Prieto… el poso está garantizado". En tiempos de crisis, cuando la falta de recursos es un hecho tangible, deben aparecer, porque se necesitan, los individuos que sean capaces de tirar del carro. Y Mikel Labaka, caiga mejor o peor, no dudó nunca. Siguió en el barco, incluso, viniendo muy mal dadas. ¡En tiempo de tribulación no hacer mudanza!. Cuando todo estaba en contra, él y sus compañeros aguantaron y siguieron. Es la mejor y más grande lección que he recibido en mis muchos años de convivencia con todos ellos.

Entre las preguntas que le formulaban, la última se refería a lo que más le había gustado en su carrera. No vaciló mucho. Paró y dijo "Este momento, en el que me siento acompañado por muchas personas que habéis venido a despedirme". Mezclados entre la prensa se encontraban además de su esposa e hija, otros deportistas y amigos como Oier Mendizabal (pelotari), Joxean Olaskoaga "Aizperro" (remero), Josu Esnaola (futbolista), Gaizka Garitano (excompañero y entrenador), Amets Arzalluz (bertsolari) o Viguera, compañero de equipo que se recupera de una grave lesión, Bittor Alkiza, el preparador Azurza y varios consejeros.. Cámaras, flashes, micrófonos, bolígrafos…para recoger un "hasta luego", porque es previsible que en el tiempo, Mikel Labaka vuelva a Zubieta para entrenar a chavales. Al menos, es lo que pienso y deseo.

 

Iñaki de Mujika