El fútbol de Primera y Segunda para. O mejor dicho, no arranca, porque entre la patronal y el sindicato de jugadores no hay acuerdo ni por aproximación. Cada parte esboza argumentos, los defiende según su criterio y los contraponen sin posibilidad de coincidencia. Llueve desde hace demasiado tiempo.
Cuando los clubes no podían más, alguien se sacó de la manga la conversión en sociedades anónimas deportivas, creyendo que esa decisión acabaría con los problemas de liquidez y los enormes déficits. La mayoría de entidades siguió los pasos como soga tras el caldero. No han pasado quince años y hemos ido claramente a peor. Se gasta mucho más de lo que se tiene, por lo que aumentan las deudas, los impagos y los problemas.
Conozco a muchos jugadores a los que se debe dinero porque no les pagan lo que está escrito en sus contratos. Surgen los "ERE" como champiñones. Se acogen a esta regulación de empleo para salir del atolladero a costa de los demás. Los administradores concursales defienden que un equipo no puede perder la categoría en estas circunstancias. Así, una sociedad aunque deba dinero a sus futbolistas se salva del descenso con esta triquiñuela, al tiempo que sigue fichando y gastando lo que no debe.
La AFE no puede aguantar más y opta por la huelga y el desacuerdo. No le cabe otra decisión. Un nuevo trágala les hubiera dejado sin opciones. Ha habido demasiados intentos previos que se han quedado en agua de borrajas. Otra marcha atrás les quitaría peso y valor. La última puesta en escena, con los principales futbolistas reforzando el acto, refleja la fortaleza y la unanimidad, aunque es bien cierto que a los equipos de Segunda "B" no les ha llamado nadie y son también afectados. Estos jugarán, aunque también les adeudan cantidades notables, que les afectan más porque viven al día y los emolumentos que recogen sus contratos no son lo que parece.
Ninguna de las razones expuestas por la LFP me convence con rotundidad. Los argumentos que esgrimen los futbolistas parecen más consecuentes. Es por ello que, estoy de acuerdo con el parón, muestro mi solidaridad con los jugadores afectados por impagos y además califico como falta de sensibilidad la decisión de cobrar a las emisoras de radio por transmitir partidos de fútbol.
Hay demasiados frentes abiertos en la LFP para cosa buena. Deberían hacer autocrítica, mirarse hacia dentro y preguntarse si los caminos elegidos son los correctos.