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Medidas de seguridad

El entrenador Montanier afirmó antes de viajar a Sevilla que sólo estaba pensando en el partido del Sánchez Pizjuán. Un día después, tal vez contagiado por el himno que suena en la megafonía de ese estadio, tuvo un arrebato. Agirretxe e Illarramendi se sentaron a su vera para que estuvieran frescos como lechugas en el encuentro de anoche ante el Granada. En los planes del francés no entraban ni la lesión de Xabi Prieto ni la de Carlos Martínez, mientras que en los míos tampoco la presencia de Cadamuro como sustituto el pasado sábado. Por un momento me quité de encima decenas de años y recordé aquel día en el que un entrenador, jugando en casa, colocó de extremo derecho al habitual lateral izquierdo "para tapar las subidas del oponente" que jugaba en el Aurrerá de Ondárroa.


Durante el tiempo que compartí clases con los alumnos de la Escuela Guipuzcoana de Entrenadores hablamos mucho de las medidas de seguridad de los equipos. Se corresponden con mecanismos de defensa, de respuesta ante las dificultades que el oponente crea para conseguir sus objetivos. Cada vez que un preparador hace un cambio, envía un mensaje a su gente. Si eliges a Cadamuro para sustituir a tu mejor pasador, a un futbolista creativo cuando falta tanto para el final, informas que toca defender. Resultante: ni un tiro a puerta entre los tres palos durante noventa minutos y derrota.

No es una crítica negativa al entrenador, sino una constatación de sus decisiones. El técnico disponía de información suficiente del rival como para jugársela y quemar las naves en una batalla cuyo resultado final, por tradición, era previsible. Añades además que estamos en una semana de tres partidos en siete días y comprendes que el encuentro de anoche en Anoeta ante el Granada valía más. Ganar era un objetivo nada despreciable. Para empezar, a Demidov le subió la fiebre, a Ansotegi le llamaron por sorpresa y a Llorente le volvieron a dejar donde menos le gusta y no se entiende. Las necesidades le obligaron a cambiar de alineción. Costó jugar bien y crear peligro. Pero apareció Estrada con un zambombazo irrepetible y salvó los muebles de un partido trabado.

Pero existen también otras decisiones que no soy capaz de comprender. Hacen referencia al conflicto que mantenemos las emisoras de radio con el club, como representante en este territorio de la LFP. Con motivo de la visita del Barça, tocados por la varita de la generosidad, decidieron abrirnos la puerta de la sala de prensa una vez concluido el encuentro. Pudieron entrar dos personas por medio que recogieron los testimonios de los protagonistas en una noche que tardaremos en olvidar. Las razones que se argumentaron entonces fueron unas llamadas "medidas de seguridad".

Diez días más tarde cambia el cromo. Los periodistas que trabajan en las emisoras no entran a ninguna parte, ni siquiera al garaje en el que se guardan los coches. Para entrevistar a los jugadores íbamos a esperar en la calle a que salieran por la rampa y en medio de la oscuridad de la noche sacar micrófonos, apelar a su generosidad y pedirles con respeto y educación que nos atendieran. Eso sí, rodeados de aficionados que desean hacerse fotos, pedir autógrafos o disfrutar con el nuevo espectáculo que supone vernos hacer el ridículo.

Vino el Barça y se fueron de vareta, porque la prensa de Barcelona es muy poderosa y los jugadores más. Un follón, una revuelta o un accidente les hubiera salpicado. Para no correr riesgos, se cubrieron la espalda. Como el espectáculo anoche iba para astracanada al final nos sacaron dos futbolistas por una puerta. Aquel día de los azulgrana a dos de mis compañeros de Onda Vasca, sentados en localidades de la grada, les quitaron los micrófonos incorporados a sus móviles impidiendo que siguieran ayudándome en mi trabajo. En el minuto diez del segundo tiempo, un agente de seguridad, con malos modos, fue a por ellos y les requisó el equipo y les pidió el DNI como si fueran delincuentes. ¡Habéis hecho trampa!, les dijeron. Pero hete aquí que el mismo día, a pocos metros del palco presidencial, se encontraba un comentarista tan ricamente sentado haciendo lo mismo con un micrófono de otra emisora. Con él no se atrevieron. ¡Qué valientes!. ¿Cómo debo calificar y entender ese comportamiento?.

El día del debut en Gijón recibí un mensaje cariñoso de un consejero en el que venía a decir que nos echaban en falta, que deseaba que se arreglara todo pronto y que… Le agradecí el detalle. Si cuento estas cosas es para que se entere, por si no lo sabe, qué comportamiento está teniendo el club con nosotros. Y que no le echen la culpa a la liga, al contrato de Mediapro, a las derivas interpretativas del mismo, ni a nadie. Que en esta torpeza la única responsabilidad es del club, de la Real, de quienes dicen que nos quieren y comprenden. Acaban de presentar estos días una alianza institucional de la que se sienten orgullosísimos. Paralelamente se rompen otras muy sólidas forjadas en el tiempo. Pensaba que iba a encontrar en ellos otra actitud, otro talante. Me defraudan.

 

 

Iñaki de Mujika