Sergio Rodríguez me esperaba en Logroño. Nos conocimos en la Real Sociedad. El, jugando cuando le ponían y yo en lo mío de tantos años. Compartiendo momentos, fuimos dándole sentido a la relación profesional dotándola de mayores contenidos y confianza. Creo sinceramente que merece la pena. Ahora que defiende los colores de la camiseta de su ciudad y que el fútbol no nos relaciona de cerca, valoro precisamente la posibilidad de seguir siendo capaces de sentarnos en una mesa y hablar de todo menos de deporte. Me gusta y trasciende..
Mientras Sergio entrenaba, dí una vuelta como siempre por el mercado de abastos, la frutería Pedro y Mercadona. Compré luego un decimito de Navidad y dirigí los pasos por la parte vieja de Logroño en un mediodía frío y otoñal. Sin prisa. Quedamos en la calle Laurel, en la llamada "Senda de los elefantes". No pude pasar muy desapercibido porque encontré gente conocida, de Irún, en un día festivo en Euskadi y laborable en Logroño.
La primera parada la hice en la Taberna del Tío Blas, en el 1 de la afamada calle, esquina a Capitán Gallarza. Actividad de la buena, saliendo pinchos a la barra sin parar. Miro y remiro. Soy capaz de comerme todos, pero decido una bola de carne con pimientos y un crianza que sabe a gloria. Mientras hinco el diente, entra por la puerta Rubén Jiménez Etxezarreta, nieto del mítico entrenador del Real Unión Manolo Etxezarreta. El exjugador y entrenador de equipos guipuzcoanos se toma un respiro en una jornada que es de trabajo para él.
Sigo camino. Siempre me gustaron los champis de Casa Ángel, pero estaba cerrada. Llego a la travesía y compruebo que en Soriano hay cola para entrar. No es posible. Habré comido en mi vida centenares de champiñones pero estos tienen un algo especial, una salsita que sabe a gloria y cuya receta no te la dan ni aunque te pongas de rodillas. Otro crianza y un pincho rematado con una gamba.
Suena el móvil. Sergio ya está en la zona. Salgo a su encuentro muy cerca del restaurante en el que quiere que comamos. "La Senda" es pequeño y familiar. No hemos reservado, pero se ve que tiene mano. Está lleno, pese a ser martes y día de labor. Nos conocen en una, dos y hasta tres meses a las que debemos saludar. Guiputxis que han trazado el mismo plan. Menos mal que no vas con una querida porque te cazan sin remisión.
No esperamos mucho para sentarnos. Menestra de verduras, muy rica, Chuletillas de cordero, de las de agarrar y mancharte. Da igual, crush, crush, en la boca. Una botella de tinto rioja y postre relacionado con hojaldre y chocolate. Mientras comemos sigue entrando gente y aún hay lista de espera. Así que decidimos tomar café en otra parte. No muy lejos de allí, en el Espolón, nos espera la terraza del Ibiza para aprovechar el solecito y charlar con tranquilidad de realidades y proyectos.
Luego, por fin, conseguimos quedar con otro "ex". Gerardo García León ha vuelto a casa para despedirse del fútbol activo. Mata el gusanillo jugando en un equipo de Tercera. Andaba de obras y mudanzas, pero conseguimos vernos. Me apetecía, porque ha sido futbolista de equipo y vestuario. Como Sergio. Y de estos, no sobran.