Ignoro quién inventó las agendas. Si lo supiera le daría las gracias, porque no soy capaz de vivir sin ellas. Cada noviembre, en cuanto llegan las del año siguiente, me hago con una para empezar a rellenarla. Apunto los cumpleaños de la gente que estimo y voy pasando los calendarios de los distintos deportes y pruebas que afectan mi trabajo profesional. Hace muchos años que me habitué a usarla, siempre del modelo que llaman "semana a la vista". Ni ordenadores, ni teléfonos ni nada. Agenda, pura agenda de tapa negra. Espero que las tecnologías modernas no las hagan desaparecer.
Lo primero que escribo es el fútbol. Entro en la web de la RFEF, accedo a calendarios y sitúo las fechas competicionales. Al completar el primer mes del año, llené de colores los días. Liga, copa, liga, copa, San Sebastián, el cross de Elgoibar, el de Donostia, el basket, el balonmano, amén de otras ocupaciones y devociones. ¡Pedazo de mes, pensé!. Repasé lo escrito y una voz desde dentro susurró: ¡Te vas a enterar!.
Y en efecto, ya me doy cuenta de la que me espera, por mucho que hayamos cubierto dos envites en cuatro días, sin encajar un gol y buscando aire para flotar o reflotar. La cuesta de enero (Vaches maigres de janvier, en la lengua de Montanier) lo es en grado sumo, porque quien diseña el calendario piensa más en el negocio que en los futbolistas y en los aficionados. Venga partidos como confetis. Los últimos resultados habían otorgado a la Real un plus de moral y confianza. Lo reconocía Mendilibar en su declaración previa al lluvioso partido de Anoeta.
No parecía que ninguno de los equipos llegase en crisis. Los navarros no perdieron ni un minuto de su tiempo en creer que eliminar al Barça en la Copa era otra cosa que utopía. Así que diseñaron una alineación para competir sin desgastar a la guardia pretoriana. Los realistas afrontaron la cita copera y el compromiso de anoche casi con los mismos. Quizás por ahí pudiera entenderse el cambio direccional de la tendencia del dominio en el juego, en los corners y en las ocasiones. La primera parte fue guipuzcoana de punta a cabo y en la segunda las cosas cambiaron. El partido táctico que llaman ofreció muchas variantes en la disposición inicial y en las modificaciones posteriores, aunque Montanier sólo usó dos de las tres opciones.
Llegué pronto por la tarde. Sé lo que supone aparcar un coche en el centro de una ciudad, en sábado y con rebajas al alcance de la mano. No estaba escrito en la agenda, pero la intuición también enseña. No habían dado las cuatro de la tarde y en las puertas de algunas tiendas se formaban colas. Debe haber crisis, pero a veces cuesta creérselo. O la gente mira para otra parte. En esto anda también inmersa la Real, porque este mes es clave para muchas cosas, y, en concreto, esta semana. Dos partidos de máxima exigencia, ambos fuera de casa, frente a rivales que no van a conceder ninguna facilidad, sobre todo si el Mallorca cree que la remontada es posible. Después, el Valencia de Emery, en un escenario que nos ayudará a medir la realidad de nuestras fuerzas.
Se supone que en medio de este ir y venir de partidos, el club se sentará en la mesa a decidir si nos quedamos como estamos, si damos salidas y entradas, si reforzamos donde andamos cojitrancos o confiamos hasta el final en los que están. Si cambiamos…Tarea que no parece sencilla, si consiguen abstraerse de este o aquel resultado. El de ayer fue un empate. Sin goles. La primera mitad debió valer para sentenciar y dar un paso al frente. Pese a los diez saques de esquina ejecutados, con versatilidad inhabitual por cierto, pese a los remates realizados, nadie fue capaz de traspasar la meta del seguro Andrés Fernández.
Se intentó todo, sin premio. Luego, las cosas fueron más complejas, porque Osasuna, que no es quinto por casualidad, expuso las razones sólidas de su eficacia. Cuando creyó que podía ganar se orientó hacia el ataque. Cuando Satrustegi vio de cerca de Xabi Prieto se puso cachondo y le sacaron tarjeta y su técnico del terreno para evitar males mayores. Y antes de que estos pudieran reflejarse en el marcador Mendilibar movió ficha de contención y se aferró al punto. ¿Rebajas?, ¿cuesta de enero?. Lo que quieras.