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Carta, que espero lea, a Iñigo Martínez

Apreciado Iñigo: Espero que alguien te haga llegar esta carta, que la leas y que le des el valor que consideres más oportuno para tu vida y para tu proyecto como futbolista de la Real Sociedad. Sabes que no nos conocemos, que no hemos cruzado dos palabras seguidas en este tiempo en el que la convivencia con vosotros no resulta fácil por culpa de un lamentable proceso entre clubes y emisoras de radio que no te compete, pero que resulta desgarrador para quienes no podemos hacer nuestro trabajo en las condiciones deseadas. Por eso te ruego que aceptes estas líneas que con respeto me atrevo a dirigirte.


Supongo que anoche te sentaste ante un sofá a ver a tus compañeros en Valencia, el escenario en el que vivimos un drama hace años cuando el club que quieres perdió la categoría que tardamos tres años en recuperar. Creo también que en tu cabeza sigues dando la vuelta al partido de Mallorca, a las jugadas, a los goles encajados, al disgusto que supone caer eliminado de aquella manera inesperada para todos. Esa noche no fue fácil ni para ti, ni para nadie.

En algún momento después de la cena abriste tu ordenador y tu cuenta de twitter y te dolió lo que allí te escribieron. Sabes mejor que yo que entre insultos, amenazas y vejaciones pasaste un mal rato y decidiste cerrar tu cuenta y abandonar esa red social en la que, lo digo sinceramente, te seguía con interés. Celebraba tu valentía de intentar cosas nuevas, de convivir con la realidad de las tecnologías y de informarnos de los hechos de tu día a día. No estamos acostumbrados a que los jugadores viváis como la gente de a pie, contando las cosas simples que te suceden.

No hagas caso a quienes se ocultan tras un seudónimo o aprovechan el anonimato para descargar sus iras. A lo mejor son los mismos que te adulaban cuando marcaste el gol desde cincuenta y cuatro metros en Sevilla y salvaste la cabeza de tu entrenador. Probablemente se asomaron al mismo balcón cuando celebrabas aquel tanto al Athletic de Iraizoz y se vanagloriaban y enorgullecían del joven jugador que se podía comer el mundo y al que admiraban con orgullo. No ha cambiado nada.

Has vivido, casi sin darte cuenta, la alegría y el abrazo de tus compañeros por los logros conseguidos como la bronca del presidente y del director deportivo por el dislate de Palma. Pertenece al guión de cada experiencia. Eres joven, pero te aseguro que la derrota y eliminación de Mallorca no es más grave que otras que sucedieron en el camino ante el Numancia, Beasain, Mirandés, Hospitalet, Burgos o Zamora que entonces eran equipos de andar por casa en comparación con el rival de Son Moix. Y por supuesto incomparable con el referido descenso de Mestalla. Nada nuevo bajo el sol. Lo que pasa es que esto es más reciente y duele por la forma y por la ilusión de los aficionados que soñaban con algo grande.

No dudes. Los que entienden de fútbol ven en ti un jugador con futuro espectacular si sigues el camino previsto, sin salirte un paso de él. Debes creer en ti, trabajar, luchar cada día por ser mejor y progresar. La Real necesita jugadores como tú, con alma, con fortaleza, más allá de que aciertes o te equivoques. Con veinte años en la mochila de la vida has acumulado pocas experiencias porque no te ha dado tiempo de vivir la grandeza de la competición en todos sus términos. Deben pasarte todavía muchas cosas. Son las que conformarán tu madurez personal y deportiva.

Los Magos de Oriente me regalaron hace unos días un libro que llevo leído por la mitad y que te recomiendo a ti, a tus compañeros, a los técnicos y a todos los deportistas. Es la biografía de Rafa Nadal escrita por John Carlin. Supongo que dispones de veintidós euros para comprarlo. Merece la pena, porque te ayuda a descubrir lo que un deportista debe sufrir para llegar a lo más alto y mantenerse. Entre los textos descubrirás lo que significa superación: "El éxito del deportista de elite se basa en su capacidad para sufrir, incluso para seguir sufriendo. Significa aprender que si has de entrenar dos horas, entrenas dos horas; si has de entrenar cinco horas, entrenas cinco; si tienes que repetir un ejercicio cincuenta mil veces, lo repites. Eso es lo que diferencia a los campeones de los que tienen talento. Todo está directamente relacionado con la mentalidad de los ganadores. Mientras das muestra de resistencia, la cabeza se fortalece".

Cuanto mayor es el esfuerzo, mayor es el valor de las cosas que se consiguen. No lo dudes. Por eso no debes claudicar ante nada si estás convencido que lo que haces dentro y fuera del terreno de juego es lo mejor para el proyecto individual y colectivo en el que estás inmerso. ¡Ojalá que por muchos años!. El resto es relativo. Iñigo, si crees en ti y confías en tus fuerzas, lo demás es pasajero. Vuelve a tu cuenta de twitter, elige a tus amigos, sé feliz con las cosas que dan sentido a tu vida y pasa de esos mensajes que te han hecho daño. Una persona que te quiere mucho y apuesta por ti ciegamente es quien me ha contado el disgusto que te llevaste. Por eso, esta carta. Son cosas pasajeras e intrascendentes. No le des ni media vuelta porque seguro que más de uno hoy ya se ha arrepentido. Los calentones tienen esas cosas.

No te rindas. Prepara tu vuelta al equipo. Cúrrate la titularidad y ya verás cuando regreses a la alineación cómo te aplaude la gente, cómo valoran tu esfuerzo y cómo se sienten orgullosos de saber que contamos con un futbolista distinto y que merece la pena. No cambies, ni siquiera en los momentos de duda. Me apetecía escribirte estas líneas mucho más que hablar del partido de anoche y eso que lo bordamos. Las personas están siempre por encima de las circunstancias de ganar y perder. Y a ti te han faltado al respeto. Desde el cariño, gracias por tu atención. Mucho ánimo y buena suerte. Y espero algún día poder tomarme un café contigo.

 

 

 

 

Iñaki de Mujika