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¡Como Fermín con su banderín…!

Lo primero a lo que voy a referirme es al árbitro y a su asistente, muy influyentes en el resultado final del partido. Decisivos, como en su día lo fueron Medina Cantalejo y Undiano con Fermín y su banderín. Un gol, o un penalti con expulsión, al inicio del segundo tiempo nos hubiera ofrecido otro partido y otra ilusión. Mateu pasa a la larga lista de atropellos que la Real sufre en San Mamés. A las propias y grandes dificultades que ofrece el rival se une el puntillazo del cachetero.


Guardo muchos de los libros de bachillerato, sobre todo los de las asignaturas que me gustaban. No busques en mi biblioteca nada que se aproxime a la ciencia porque estarás perdiendo el tiempo. A lo mejor es una deformación, pero pasadas más de cuatro décadas no me arrepiento de mis gustos. Este fin de semana he tratado de ordenarlos. Necesitaba espacio para hacer hueco a otros más modernos. Lejos de ir deprisa me lo tomé con calme y fue abriendo y cerrando las páginas de algunos de ellos.

 

Encontré entre las hojas apuntes hechos a mano, fichas, alguna estampita y muchas líneas subrayadas con lápiz a sugerencia del profesor (entonces no existían los fosforitos). Al llegar al texto de Historia del Arte encontré un párrafo curioso, en los tiempos de Persia, Mesopotamia y el antiguo Egipto. En el espacio dedicado al relieve caldeoasirio sólo destacaba una frase marcada "es muy importante", es decir que lo más significativo de ese periodo artístico era eso y nada más.

 

De inmediato recordé al responsable. Era un antiguo cura que abandonó los hábitos para secularizarse. Andaluz de Cádiz era bastante vago y engordaba por días. Usaba gafas y era conocido por su mote "Tía Leo", que era en aquel tiempo una señora entrañable que anunciaba en la pantalla de televisión pastillas de "Avecrem" para hacer caldo.

 

Su padre había sido capitán de artillería. Su segundo apellido sonaba a vasco, como el largo nombre de un pueblo navarro. Un día, al salir del colegio, le vimos con una rubia llamativa a la que pasaba el brazo por el cuello como los colegas de ahora. En aquel tiempo aquello era un escándalo sobre todo si sucedía en la misma puerta del colegio religioso en el que nos daba clase. ¡Cómo sería que no se me ha olvidado!. Nunca más supe de él.

 

Seguí repasando libros hasta que comprobé que no conseguía aumentar el espacio y estaba la sala de casa en plan siniestro total. Amontonados en largas pilas, traté de colocarlos de nuevo. Y como sucede tantas veces, peor el remedio que la enfermedad, porque sobraban unos cuantos, la mayoría novelas, que antes del zafarrancho estaban acomodados, bien pegaditos unos a otros. Como las defensas de los buenos equipos, esas que achican espacios y dificultan el juego del rival.

 

Intuí que los nuestros saldrían de ese modo sobre el césped de San Mamés. Vestidos con coraza, como los relieves asirios de Sargón con cabezas de hombre y cuerpos de toro. Con cuernos para embestir. Comprometidos con su fiel feligresía, la afición, esa que apoya haciendo esfuerzos impagables y colas para conseguir un sitio cercano desde el que poder empujarles cuando más falta hace. En el campo del Athletic, por todo lo visto, era previsible que el equipo necesitara esos apoyos y más.

 

Era un día para las decisiones. Las primeras le correspondían a Montanier. Dejar a Ifrán en la grada y a Imanol Agirretxe en el banquillo conllevaba mensaje. Fútbol por abajo y de movilidad para sorprender a los "tanques" San José-Amorebieta a los que dejaba sin referencias.

 

Como antes de la media hora Susaeta adelantó a los suyos, poco quedaba que defender y mucho que atacar. Hasta el descanso los minutos trascurrieron sin más sobresaltos que el tiro al larguero del propio autor del tanto. Luego, en la reanudación, pasó lo que pasó. La Real empató y le birlaron su conquista entre el asistente, el árbitro y los temores. Los realistas no merecieron perder. Quizás los cambios debieron llegar antes, porque mover el banquillo a tiempo, como los relieves caldeoasirios, es muy importante.

 

PD.- Lamentablemente, ayer, después de casi veinticinco años transmitiendo partidos en los campos, me perdí "in situ" un derby que como siempre merecía la pena. Las emisoras de radio faltamos a la cita como nos hubiera gustado estar, al lado del equipo y de sus seguidores.

Iñaki de Mujika