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Un bombón al que darle un lametón

Manolo Jiménez dijo "sí" allí donde otros dijeron "no". Por aquella afirmación y, tras el acuerdo con el presidente del Zaragoza, Agapito Iglesias, el técnico andaluz es hoy entrenador del conjunto maño. Lo tiene crudo por no decir imposible después de la derrota de ayer. Se metió en un laberinto con pocas luces y muchas trampas. Esa es la sensación que da a la vista de los acontecimientos, después de que quien le contrató ha puesto a la venta sus acciones y el club está como un solar.


No necesitamos que nadie nos lo explique, porque por estos pagos ya vivimos una situación parecida (con bastante menos deuda) y se ha tardado mucho tiempo y esfuerzos para recuperar el habla. Existe margen de progreso y necesidad de aciertos en puntos clave para que el desarrollo del proyecto en marcha sea hacia el futuro y no se estanque. Las declaraciones entre semana de quien ayer ocupó la bancada visitante certificaron que la Real habló con él cuando estaba libre y Montanier pendía de un hilo. Conoce igualmente que las conversaciones alcanzaron a más personas y que finalmente él no era el elegido en caso de certificarse el cese del francés.

Le hubiera gustado mucho afrontar un reto con los vascos y disponer de un equipo joven y de futuro, con menor presión social y mediática que la que terminó por ahogarle en Sevilla, en donde también trabajo con gente joven y de la cantera. La Real es un bombón que se deja dar lametones. Es fácil entrenarle, fácil exigirle, fácil arbitrarle y fácil quererle. Quienes lo hacen con medida y respeto sienten orgullo y agradecimiento. Pero hay gente que se pasa. Algunos arbitrajes, por ejemplo. Carlos Martínez, Illarramendi, Elustondo e Iñigo Martínez (éste dos veces) han sido expulsados en la presente temporada, sin contar aquí a los habitantes del banquillo que también fueron desalojados antes de tiempo. La pasada, ninguno. Bueno, sí, Pablo Balbi.

A dichas decisiones se han unido otras. La más flagrante y cercana fue la de Mateu en San Mamés. En medio del clamor popular y de la indignación, al presidente no le quedó otra que acudir a Madrid, pasar por los despachos y expresar el malestar por las tropelías acumuladas. Paralelamente, su entrenador en rueda de prensa afirma sin vacilar que el arbitraje fue bueno, salvo dos errores puntuales. Una cosa es ser políticamente correcto y otra dejar con el pandero al aire al resto del territorio, incluidos los dirigentes que le pagan. Pasado mucho tiempo, llego a la humilde conclusión de que Philippe no es de este mundo.

No sé si quería curarse en salud, conocido el nombramiento de Velasco Carballo, el árbitro con el que la Real no había ganado nunca hasta este último envite y que en la presente temporada, hasta ayer, de once partidos arbitrados en el campeonato, ocho no terminaron con todos los jugadores sobre el césped. Prolonga su tendencia con Lanzaro que nada más empezar le recetó un tarantantán a Vela que consiguió ver  cometas y estrellas sin pretenderlo.

Pronto los realistas cogieron el timón y navegaron a sus anchas. Por la derecha y por la izquierda entraban sin problemas en al área de Roberto. De ello se aprovecharon Agirretxe y Vela para marcar los tantos necesarios que permitían un resultado holgado, un partido plácido y una oportunidad perdida.

Con un tanteo tan generoso, que no se daba en Anoeta desde aquel 27 de octubre de 2005 cuando Nihat, Xabi Prieto y Aranburu metieron tres chicharros al Getafe en la primera mitad, la feligresía esperaba y soñaba con ver juntos en el terreno a Illarra con Rubén Pardo, pero el míster está en otras cosas, o por su cabeza fluyen diferentes ideas. Los minutos fueron pasando y el partido trascurriendo sin pena ni gloria. Llorente tuvo sus tramo de juego y buscó sus ocasiones, pero el punto de mira de su escopeta lo tiene desviado por falta de uso. Markel ocupó la plaza de Illarra para no desgatarse en demasía y Griezmann salió por Xabi Prieto, pese a que Vela tenía más dolores que una parturienta. El francés corríó el riesgo de ver la quinta, como minutos antes le pasó a Mikel González que acumulando amonestaciones se pierde el atractivo viaje a Getafe.

Así se llegó al final. Con la sensación de haber perdido una oportunidad de hacer mayor la diferencia, de aprovechar el gran resultado para hacerlo casi histórico. El equipo ha alcanzado la nada despreciable cota de treinta y tres puntos. Le faltan cuatro victorias para asegurar rotundamente la categoría. Ayer ganó con justicia, legítimamente. Si a Manolo Jiménez le hubieran preguntado ayer qué piensa de la Real estoy seguro que movería la lengua para encontrar el chocolate del bombón.

 

 

 

 

 

Iñaki de Mujika