El primer corredor que me habló de la Paris-Roubaix fue Pedro Horrillo. Conocía la prueba, pero no sus entresijos. En una charla apasionante fui descubriendo los valores intrínsecos de esta carrera que parece hecha sólo para valientes. Discurre por terrenos complejos, mezcla de piedra, arena, tierra, cemento, adoquines, a los que a veces se suman el viento y la lluvia que añaden un plus de dificultad.
Una vez que llegas al velódromo, das la última vuelta seis horas después de haber comenzado a pedalear. Se llega exhausto. Muchas veces las caras de los ciclistas reflejan cansancio y agotamiento, más las manchas de barro que sus rostros recogen en los empedrados caminos. Horrillo me habló de los vestuarios, de las duchas individuales en las que figuran placas. Cada una con el nombre del ganador y el año del triunfo. Busqué con avidez las fotos que los reflejan y las guardo en la colección de momentos que merecen la pena.
Tom Boonen está hecho para esta prueba que ya ha ganado cuatro veces para satisfacción de sus compatriotas belgas que, puestos en pie, le vitorearon en el anillo del viejo velódromo. El corredor de Mol entró en solitario y en loor de multitud. Sonrió a la cámara de televisión que le seguía, levantó su mano derecha y alzó cuatro dedos como representación del número de victorias logradas en esta prueba.
Se escapó de sus rivales cuando quedaban cincuenta y siete kilómetros. Un mundo. Boonen, mejor que nadie, conoce el camino y sus fuerzas. El “Tornado Tom” sopló con todas sus fuerzas para aumentar el peso de su carisma. Es leyenda entre sus conciudadanos. Su foto se encuentra en cientos de lugares. Bélgica le quiere. Pese a que en el camino tuvo problemas con las drogas (consumo de cocaína detectado en un control) así como con el alcohol, fue capaz de retomar la situación y orientarla hacia el éxito.
Su palmarés es incontestable. Lo mismo que su atractivo personal. Con casi dos metros de altura, revistas y marcas de ropa deportiva le han ofrecido la oportunidad de posar con sus modelos aprovechando su tirón y clase. Sobre las pasarelas se defiende. En el asfalto arrasa.