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La remodelación de Anoeta

El estadio de Anoeta ve más próxima la ansiada remodelación. Cuando se construyó casi nadie deseaba pistas de atletismo, pero se empeñaron y las pusieron alrededor del césped. La Real pasó entonces de un campo de fútbol, Atotxa, al “elefante blanco” que nadie quería. Han pasado años e intentos por acercar la grada a la hierba.

Ahora estamos ante una nueva oportunidad. Así se desprende por las palabras del presidente Jokin Aperribay que compareció en rueda de prensa asegurando que con el ayuntamiento donostiarra y todos sus grupos políticos hay acuerdo para la necesaria remodelación del Plan General de la ciudad, que es una de las condiciones previas para afrontar las importantes obras.

En líneas generales, el plan conlleva rebajar el nivel del terreno de juego (2.40 m.), acercar las gradas, disponer de espacios para usos terciarios, probablemente en las esquinas y aumentar hasta cuarenta mil el número de localidades. El montante de la operación supondrá un desembolso de cincuenta y cinco millones de euros para unos trabajos que durarán alrededor de cuatro años, que conllevarán molestias a los aficionados. Se estima que tres encuentros aproximadamente deberían jugarse lejos de Anoeta.

Obviamente, la financiación del ambicioso proyecto constituye la mayor dificultad en este momento. Ha quedado claro que el municipio no pondrá un euro de sus arcas. También que se mantienen conversaciones con “Kutxabank” y otras instituciones, de modo similar a lo que ha logrado el Athletic con San Mamés Barria.

Aperribay entiende que la envergadura de la obra es necesaria para el futuro económico del club, porque a mayor abundamiento de recursos, mayores y mejores opciones de conseguir una plantilla competitiva, sin salirse del proyecto deportivo y de cantera que defienden. La Real necesita un campo de fútbol en el que recobrar parte de las señas de identidad perdidas.

 

 

Iñaki de Mujika