Los guiñoles de la televisión francesa disponen de nuevos argumentos para realizar capítulos con los que seguir jaleando la trayectoria de Nadal que ha vuelto a ganar en la pista que más le gusta, ante el público menos cariñoso del circuito. París es una cancha hostil para él, pero le da igual porque su cabeza es muy dura y su corazón también. Si las piernas no le fallan es un “marteau pilon”. Y esta vez, para que no faltara de nada, les ha dado las gracias en francés. ¡Merci!.
La lluvia impidió que el encuentro ante Djokovic terminara el domingo. El agua sobre la tierra batida de la pista hacía imposible el juego en las normales y exigibles condiciones. Decidieron concluirla el lunes. A la una, que es la hora en la que los galos están terminando de comer. Podían existir dudas sobre la respuesta de ambos tenistas iniciando otra vez la contienda y con el marcador dudoso.
El manacorí para empezar rompió el servicio de su oponente, mantuvo su saque y esperó una oportunidad para sentenciar. Esta llegó con el serbio espeso y dubitativo. Tanto, que una doble falta decidió el partido. Séptima Copa de los Mosqueteros para quien más la mereció. Nadie ganó nunca tantas ediciones ni prestigio. Necesitaba sacarse espinas del pasado reciente, ante su familia y sus amigos.
Lloró una vez más de emoción porque aunque a veces no lo parezca sigue siendo humano. Saltó a la grada, se abrazó con los suyos y con Pau Gasol que le envolvió con los brazos como al niño que necesita cariño. Las fotografías y las imágenes dan la vuelta al mundo y recorren con vértigo las redes sociales. El mismo protagonista cuelga una instantánea de los vestuarios, descalzo, junto al trofeo, y una frase que le define. “Vuestro apoyo me ha permitido llegar hasta aquí. Gracias”.
Cuando la periodista de turno le asalta a preguntas y le habla de Wimbledon y los JJ. OO, también en Londres, el tenista le mira como diciendo que se sitúe, que él va partido a partido, que se gana y se pierde y que todo cuesta una barbaridad. Se lo pueden preguntar a sus rivales. Hoy por hoy, a los 26 años, Nadal es un portento del tenis. Fiable y eficaz. Alcanza la cifra de cincuenta torneos ganados, once “Grand slam” como los eternos Roger Federer, Pete Sampras y Roy Emerson, Rod Laver o Bjorn Borg. Casi nadie al aparato, se pongan como se pongan los muñecos del guiñol..