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Por culpa de un tímón, o de dos, o de tres…

Hay noticias deportivas que no quisieras dar nunca, pero que la cruda realidad pone delante de ti cuando menos lo esperas. No me refiero a ninguna tragedia, sino a la rotura de los timones de un barco que olía a victoria y que, cuando apenas quedan trescientas millas para la llegada a meta, quiere la mala suerte convertirse en protagonista y arrancar de cuajo las ilusiones creadas a lo largo de los meses y las mil batallas en el mar.

Un barco que atiende por Telefónica surca los mares de todos los confines del mundo. Lleva gente nuestra en su interior. Iker Martínez y Xabi Fernández han protagonizado  mil aventuras, muchas de ellas con final feliz. La última, la Volvo Ocean Race que concluyó hace unos días en el puerto francés de Lorient, constituía una oportunidad para agrandar leyenda y palmarés. Habían recuperado el liderato, habían superado a todos sus rivales. Iban para vencedores, pero el timón de estribor se rompió.

Los contrincantes lo aprovecharon mientras toda la tripulación trataba de resolver el problema. El timón de repuesto permitió reanudar la travesía una vez instalado. El barco superó la adversidad, aprovechó el viento y volvió a encabezar la prueba. Otra vez la mala suerte, pero esta vez en el timón de babor, el de emergencia y los sables de la mayor, con lo que tuvo que reducir la velocidad y renunciar a la victoria que anhelaban.

Abatido por lo sucedido, el patrón Iker Martínez trataba de explicarse en medio del oleaje y la decepción: “Acabamos de perder todas las opciones de ganar la vuelta al mundo. Más de dos años de trabajo se han esfumado en unos minutos. Me conformo en que lleguemos bien sin más complicaciones. Un día triste para el Telefónica y para mi cumpleaños. El único regalo que espero es que lleguemos a tierra todos bien”.

Atrás quedan los grandes y esepranzadors momentos, la llegada a Auckland con veinte puntos de ventaja sobre el siguiente, las borrascas y los retos superados. Todos, menos el último. En Lorient, con la noche oscura, les recibieron entre aplausos como si fueran los vencedores. Lo son para mucha gente que seguirá creyendo en ellos. La cercana presencia en los juegos de Londres se presenta como otra gran oportunidad de reencontrarse con lo más alto del podio.

 

Iñaki de Mujika