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Sky, el infierno de Valverde

La llegada a la meta de Valdezcaray no fue como se suponía. Treinta kilómetros antes de la línea de meta se produjo una acción del equipo Sky. Soplaba el viento y se pusieron nerviosos todos, incluso los abanicos. Resultante: los Movistar, con el líder Valverde entre ellos, se fueron al suelo. A partir de ahí, ataques sin tregua y ninguna solidaridad con los caídos. He leído crónicas y declaraciones. Me ha gustado lo que escribe Alain Laiseka en Noticias de Gipuzkoa, y en el resto de diarios del grupo. El artículo se titula: “Sky, el infierno de Valverde”. Dice así:

Sky es un equipo milagro. O eso dicen porque con su particular visión de interpretar el ciclismo, un concepto moderno, ha conseguido que por primera vez en la historia un pistard recorra el camino desde el anillo olímpico a los Campos Elíseos de París para hacer sonar allí, también por primera vez en la historia, el himno británico. Milagroso. Ayer obraron otro, aún más inaudito: enfadaron a Valverde, que perdió el liderato y un minuto en la subida a Valdezcaray, un horno, Alejandro en el infierno, por una polémica caída en el llano que pudo provocar el equipo inglés.

Así que el ciclista que llega hasta la explanada de la estación de esquí de Valdezcaray, se da una vuelta completa por el parking y enfoca con la mirada negra el autobús del Sky no es el Valverde feliz, comprensivo, pedazo de pan, de toda la vida, sino uno jamás visto, enfurecido, rabioso, dolido. El murciano detiene su bicicleta frente a los colombianos Urán y Henao, que hacen rodillo a la sombra, y cabreado pero respetuoso, les reclama una explicación. No comprende lo que han hecho, por qué lo han hecho y cómo lo han hecho. Se lo dice. Les dice que entiende que cada equipo tenga su manera de correr, sus tácticas, que no se mete en eso. “Entiendo que hagáis un abanico, que queráis sorprender y todo eso”, les explica parado sobre su bicicleta. “Tampoco es por perder el maillot”, prosigue encendido, “ni siquiera porque se haya esperado o no tras una caída. No se trata de eso. Es que me habéis faltado al respeto. Nos habéis tirado”. Los dos colombianos le miran, parece que le escuchan mientras siguen pedaleando sobre el rodillo, sudando, recuperando, pero se encogen de hombros y lanzan la mirada hacia el cielo azul y alto que brilla por encima del pico San Lorenzo. No dicen nada. Intercede Nicolas Portal, director del equipo inglés y, no hace mucho, en el Caisse d’Epargne, compañero del propio Valverde, que protesta descorazonado, como si le decepcionara la poca humanidad. Portal, en castellano, asiente, le pide perdón, le dice que le comprende, le acaricia, trata de calmarle, le expresa su tristeza por lo sucedido y le explica que todo ha sido un gran malentendido, cosas de la incomunicación, o la falta de información. Que él mismo no se había enterado de lo que estaba pasando hasta mucho después, casi al final de la etapa. Y como él, sus corredores. Valverde se va como ha llegado: furioso. Portal no le ha convencido.

 “Ya, ya”, dice Beñat Intxausti cuando le hablan de eso, de que nadie sabía nada de lo que había ocurrido. “Lo sabían porque se lo he dicho yo”. El vizcaino, con Cobo, fue el único corredor del Movistar que se libró de besar el suelo. Esquivó por los pelos la caída, que llegó repentinamente y con sigilo. La alimentó el viento que agitaba las hojas tiesas de las viñas y esparcía el polvo de la tierra seca. Y le provocó un movimiento brusco de Flecha, que comandaba la columna del Sky, dibujó un giro radical de derecha a izquierda en busca de provocar un abanico y lo siguiente que se escuchó fue un estruendo de carbono arañado por el asfalto, huesos empotrados y lamentos. En el suelo aparecieron una veintena de ciclistas. La mayoría del Movistar. Erviti, el peor parado. “Casi se corta la cabeza, pero literal”. Lo cuenta Intxausti estremecido.

En el suelo también estaba Valverde, enfurecido por lo que ocurrió a continuación. Al escuchar el estruendo a su espalda, Flecha giró el cuello buscando una respuesta y se encontró con un “dale, dale” que obedeció. Adelante. El Sky metió el turbo. Y cuneta. El pelotón se hizo añicos. Había cuatro grupos. En el primero tiraban los ingleses y el Katusha. Y resistía Intxausti, que remontó hasta la cabeza, se puso a la altura de Flecha y Purito y les dijo lo que había pasado, lo que estaba pasando, que pararan, que no era lógico, que fueran éticos. “Me decían que no sabían nada, pero yo se lo explicaba y tampoco me hacían caso”, contó el vizcaino, indignado. “El movimiento ha sido sucio. No han corrido limpio. Si para ellos el ciclismo es así, ellos verán, pero yo lo he visto perfectamente. Ahora no tiene solución, pero espero al menos que pidan perdón”, siguió.

Antes que eso, Valverde se adelantó a dar las gracias al Sky. “Y mañana se las daré a ‘Purito’, que dice que no sabe nada del asunto pero saca provecho de ello”. El catalán es el nuevo líder, su equipo colaboró durante tiempo con el Sky para alejar a Valverde, pero luego explicó su versión y reconoció que tiraron en un principio, cuando no tenían información de lo que había ocurrido, pero que al acercarse Intxausti y escucharle paró a sus compañeros. No está muy claro que sucediese así.

: Lo que sí está claro es que Valverde empezó a subir Valdezcaray con más de medio minuto de desventaja sobre el grupo principal en el que iban todos los demás favoritos. Que se lanzó en una persecución rabiosa cuesta arriba y que cuando estaba alcanzando la estela de un pelotón desmigado, diez kilómetros para la meta, un ataque de Contador acabó por sentarle sobre el sillín. Entonces, echó un trago de agua y se preparó para defenderse en solitario. Luego le socorrió Intxausti, descolgado, sin fuerzas por el calor y descentrado por la tensión, durante un buen rato y finalmente el murciano salvó el día con 55 segundos de pérdida con el grupo de Purito, Mollema, Contador, Froome, Cobo y los demás. Todos menos él mismo, Antón, que se dejó medio minuto preocupante, e Intxausti, que, fundido, perdió la rueda de la Vuelta y casi tres minutos. La etapa se la ganó Simon Clarke a Tony Martin en un sprint íntimo entre ambos.

A Valverde le quedaron fuerzas para mostrar su rabia frente al autobús del Sky. Y a Unzue le invadió la indignación suficiente como para presentarse ante los jueces, protestar de manera informal y sentarse a ver la repetición de la caída con ellos. “Las imágenes lo dicen todo”, explicó el mánager navarro; “pero no se trata ni de la caída ni de que tiraran, sino una mezcla de las dos. Después de que el abanico provocara la caída, lo menos que se podía hacer era parar. Al menos para mí era lo más lógico”. Señalado, Flecha se defendió diciendo que ellos lo único que hicieron fue tomar la iniciativa en un momento de viento y tensión. “No sé si la caída ha sido por el abanico. Sabía que había habido una caída, pero no que Alejandro estuviese en ella. Y, por supuesto, la caída no ha sido anterior a nuestro movimiento porque eso sí que hubiese estado feo”, dijo. Y abundó: “De todas modos, cada vez que me hablan de ética y moral me acuerdo de la caída del Tour del año pasado. Entonces a mí nadie mi esperó. Y tampoco nadie protestó por mí. Así que no acepto lecciones de ética”.

Iñaki de Mujika