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Pochas que te mueres y un pisto milagroso

Comer pochas con el termómetro por encima de treinta grados parece locura o desatino. Necesito una temperatura más baja. En uno de esos puestos del mercado tradicional de los miércoles compré un kilo en vaina que se traduce en medio cuando las limpias para hacer mitad y mitad en dos tacadas. Con un cuarto de kilo tengo para un par de platos hermosos.

He tratado de hacerlas de diversas maneras. Con o sin, Esta vez decidí hacerlo todo por separado. Las pochas (alubias blancas frescas) por una parte y las verduras, por otra. Así que, en abundante agua y en cazuela abierta. Cuando el agua empieza a hervir, las echo. En cuanto vuelven los hervores, fuego lento. Plof, plof, plof!!!.

Luego, pongo las verduras a parte. En una sartén sofrío pimientos verdes, cebollas, un par de cabezas de ajo, dos o tres tomates troceados y sin piel, más unos pimientos rojos de piquillo que ya se ven en los mercados. Nada más. Hay quien añade puerro y zanahoria. Cuando empieza a sudar subes el nivel de temperatura y todo se va haciendo. Con el agua de los tomates será suficiente, pero controla que no se seque todo y la liemos. Si te pasa eso equilibra con agua. Bastante al final, añado la sal. Más menos que más.

Cuando las verduras están medio hechas agarro la túrmix y hago un puré. Cuelo todo. El líquido cae sobre las pochas que siguen haciéndose y con lo que sobra en el colador vamos a preparar otro plato. Mientras espero a que todo siga su curso, pelo un par de calabacines (si prefieres añade también berenjenas). En cazuela de barro, con una chorrotada de aceite, los pongo a hacerse junto a la verdura que ha quedado en el pasapurés. ¡Milagro, un pisto!. Es decir, nos encontramos con dos ocupaciones al mismo tiempo. Las pochas en su cazuela y el pisto en la suya. Todo a fuego lento, sobre todo las alubias, porque si les metes mucha caña se rompen.

Lógicamente debes ir comprobando cómo van los dos pucheros. Muy al final prueba para ver cómo están de sal. Según tu gusto, decide. Pasado el tiempo habrás conseguido un milagro. De la idea original salen unas pochas exquisitas en su salsa espesita, sin añadidos de ningún tipo, pero también hacemos magia, ya que conseguimos un pisto que nada tiene que envidiar a los demás. Luego, si quieres le añades un par de huevos, revueltos, escalfados o fritos. ¡Gloria bendita!.

Iñaki de Mujika