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Entre Dusko y Tabak

Dusko Ivanovic ya no es el entrenador del Baskonia. Diez años después se cierra el ciclo que un día se abrió y que en el transcurso ha dispuesto de momentos estelares con títulos, éxitos, recibimientos y envidia sana por parte de sus rivales tanto en casa como foráneos.

 

 

Pero hace tiempo que sabemos que el deporte no tiene memoria y que la historia cuenta poco. Sólo sirve ganar, sumar puntos, ubicarse en lo alto de la clasificación, pasar eliminatorias y generar recursos para que el trayecto sea como se sueña.

Cuando se adopta la decisión de cesar a un entrenador, es que durante un tiempo se viene gestando. El Baskonia, en eso, no es diferente a los demás. Al presidente le bulle la idea en la cabeza, espera que las cosas cambien y que el equipo recupere la convivencia con las victorias.

Sin embargo, la realidad es tozuda. El entrenador trata de encontrar respuestas en el plantel, pero los triunfos no llegan. Todo se complica paulatinamente. La paciencia se agota y el proceso termina con el cese del técnico. En este caso, más doloroso, porque la relación entre Ivanovic y el presidente Querejeta iba más allá de lo que se estila.

Estas cuestiones tratan de cambiar las dinámicas. A lo mejor el equipo necesita escuchar otro discurso, jugar de otra manera y explotar. Por eso, por la creencia de que es posible, se cambia de técnico. Ivanovic no se lo esperaba pero lo entiende. Quizás también a él le venga bien oxigenarse, cambiar de vestuario, de idioma, de relaciones. Sólo el tiempo confirmara si la decisión es acertada.

Todas las partes han acabado como debe ser, agradeciendo el comportamiento de ambos en la década. Ivanovic la calificó de “maravillosa” aunque el final no lo sea, pero él sabe mejor que nadie que desde que comienza la estancia de un técnico en un banquillo comienzan a contar los días para su salida.

Pese a los rumores que circulaban, la decisión del club alavés se orientó hacia el perfil de Tabak, un entrenador croata con experiencia en la ACB, que en la presentación ante los medios se apresuró a destacar todos los valores de su predecesor, su calidad, para terminar sentenciado “No soy Dusko”.

Iñaki de Mujika