Pocos días después de sufrir una grave lesión hablé con Joseja Hombrados interesándome por su salud y tratando de darle ánimos para el tiempo obligado de recuperación al que debería dedicarse tras la operación quirúrgica en su rodilla izquierda. Fuera de micrófono hablamos de muchas cosas, entre ellas la posible participación en los comicios que decidirán el próximo presidente de la Federación Española de Balonmano. Le dejé claro que me parecía un candidato idóneo, del mismo modo que él me manifestó el deseo de retirarse en la pista una vez superada la lesión.
Por lo visto, bastante más gente ha pensado lo mismo y además le ha convencido para dar el paso y presentarse como aspirante a la presidencia que, cumplido el mandato, va a dejar vacante Juan de Dios Román. Ambos se conocen desde hace muchos años y si ese es finalmente el relevo, el cambio se producirá sin traumas. El balonmano necesita fortalezas.
Hombrados está curtido en mil batallas. Ha pasado por un amplio abanico de equipos. Ha competido en todos los frentes. Su hoja de servicios está llena de éxitos y muchas veces, desde la portería, ha sido decisivo en las conquistas. Fundador de la asociación de jugadores ha debido reunirse en muchos despachos de la política para conseguir sacar adelante las reivindicaciones por las que peleaban. Es decir que pocas cosas le pueden resultar extrañas.
Sin duda, valiente en el parqué, lo es también ahora en su propuesta deportiva. Cuando las federaciones van a sufrir recortes importantes, cuando los presupuestos no llegan y obligatoriamente en todos los entes van a producirse ajustes de personal, el guardameta madrileño da un paso al frente entre locura y heroicidad.
Las elecciones se ganan con votos. Si su candidatura es la única, nada habrá que decir, pero si surge otro proyecto paralelo (como se viene rumoreando desde hace tiempo) los apoyos deberán conquistarse paso a paso. Es lógico pensar que jugadores y técnicos estén de su lado. Los árbitros son siempre una incógnita.
Queda el nudo gordiano de federaciones territoriales y clubes. Esa es la cuestión. Sabe mejor que nadie que en su día, cuando Chechu, también jugador, decidió presentarse unos cuantos votos prometidos cambiaron de dirección a última hora y le dejaron tirado.
Hombrados contará indiscutiblemente con el apoyo de los medios de comunicación (el mío entre ellos) porque en su trayectoria ha sabido estar siempre en primera línea, atendiendo a todos, fueran bien o mal dadas. Si gana, además, conservará para el balonmano madrileño el timón de la federación siguiendo la estela de los San Román, Laulhé, Bárcenas, Ricondo o Román. Sólo el catalán Tendero rompió la hegemonía pero de eso hace muchos años.
El balonmano exige un “aggiornamento”, adaptarse a la realidad que no significa renuncia. Las chicas le han dado mucha gloria y deben ser una apuesta real, como también la recuperación del terreno perdido en el número de fichas y practicantes. Lo mismo que la tecnificación de los jóvenes que conlleva garantizar un futuro deportivo de nivel, un relevo generacional del que sentirse orgullosos. Preocupa el estado de los clubes y el nivel de competición. Se necesitan ideas y no esconder la cabeza debajo del ala. Hay trabajo para parar camiones.