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El valor de la psicología

El deporte necesita de refuerzos extraordinarios para conseguir objetivos. Progresa en preparación, en medicina, en medios y recursos, pero muchas veces no sirven para ganar. La psicología siempre fue la hermana pobre, porque ni los clubes, ni los entrenadores creyeron demasiado en los posibles apoyos. Mientras unos lo tienen claro, otros se muestran rehacios.

Hace muchos años la federación de atletismo de Estados Unidos, por ejemplo, disponía de un equipo de psicólogos. La mayor parte de ellos se dedicaba a ayudar a los deportistas de elite que fracasaban y no conseguían resultados.

 

En las últimas fechas se ha sabido que el Granada futbolista ha incorporado a Patricia Ramírez, la psicóloga que en los últimos años trabajó con el Betis, junto a su equipo de trabajo. Poco antes del partido frente al Rayo Vallecano, el equipo se concentró en un hotel, al que llegaron los miembros del cuadro de psicólogos. Les dieron una charla y les explicaron el trabajo que pretenden realizar en los próximos meses.

Uno de estos especialistas estará siempre cerca del equipo e incluso viajará con la expedición para realizar el trabajo colectivo e individual que la plantilla necesita. El objetivo en estos casos se relaciona con la mejora de la autoestima, con el refuerzo de las fortalezas, en la creencia que todo ayudará a conseguir el equilibrio anímico necesario para afrontar los partidos, los problemas y resolverlos.

A veces, también, se trata de dotar a los jugadores de un efectivo sistema de relajación y evaluar la capacidad de motivación y concentración de la plantilla. No es bueno que la ansiedad se imponga. El objetivo está claro: ganar. Coincidiendo con el inicio de esta terapia, el conjunto de Anquela consiguió la victoria y con ella la tranquilidad buscaba en la creencia que en las próximas semanas la mano de la psicología se notará en el plantel rojiblanco.

El problema puede surgir cuando alguno crea que la psicología remata a puerta y mete goles. Los éxitos pueden llegar siempre que los grupos acepten la presencia de personas que, en principio, son ajenas a la plantilla. Si los colectivos se muestran reacios, la misión será imposible. Y en el camino se han producido casos de éxito y de fracaso. Es el caso de Emilio Cidad a quien Benito Floro incorporó hace 20 años al Real Madrid y que fue muy contestado por la plantilla.

Muchos deportistas individuales, sumergidos en la más alta competición, encuentran en la relación con los psicólogos el equilibrio y la confianza necesaria para dar de sí lo mejor y relativizar éxito o fracaso desde la normalidad. No es fácil.

 

 

 

Iñaki de Mujika