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Si alguien me explica bien lo de las manos, se lo agradezco

Lo bueno de los partidos dominicales a las nueve de la noche es que dispones tiempo durante el fin de semana para hacer lo que se te ponga en las polainas. Lo malo es que para cuando llegas a casa, casi debes levantarte y comenzar otra semana. Los lunes vistos desde esta perspectiva son lamentables. No estoy por la labor de llorar y dramatizar, así que cuento qué hice la víspera del match ante el Mallorca para ponerte los dientes largos en el amplio y real sentido de la palabra.

Sabes que me encanta el balonmano. Después del mundial se reanudaba la liga y en Logroño anunciaban un partido con muy buena pinta. Los locales, terceros, contra el Atco.de Madrid, segundo. Significaba además la oportunidad de encontrar gente a la que no ves desde hace tiempo, darte un lluvioso paseíto por la calle Laurel y compartir mesa en el Buenos Aires, ese rincón remozado que regentan Pilar Royo y José Mari Soroa, el futbolista guipuzcoano que defendió la camiseta txuriurdin antes de recalar en Logroño y Burgos, otras plazas en su trayectoria deportiva.

 

El amor les unió y desde entonces siguen al pie del cañón. Abren las puertas de su coqueto restaurante. En una de las paredes está escrita una frase de Bernard Shaw: “No hay amor más sincero que el que sentimos hacia una gran comida”. Se notaba ambiente de fiesta, porque la señora de la casa cumplía años. Nos obsequió con unas croquetas de jamón y otras de boletus cuya bechamel mojaba la comisura de los labios. ¡Tremendas!. Luego pedí un panaché de verduras, naturales y esplendorosas, más una merluza y tarta de cuajada. Todo regado por un Monte Real reserva de Rioja alta de mira y no te menees. Café y tertulia.

El “jefe”, cumplidas las obligaciones, se sentó a la mesa a charlar. Nos reímos mucho relatando historias de cuando jugaba. A carcajadas, al referirse a un entrenador que les pedía una victoria porque con la prima quería comprarse un traje de alpaca. O a aquel otro, que en el vestuario tenía un enorme bote de laca con el que terminaba de ajustar el cardado y ahuecado peinado con el que salía al banquillo los días de partido. O la vieja costumbre de presentarse repentinamente el técnico en casa de cada futbolista para saber si estaba retirado a la hora convenida y más y más y más…

Está claro que aquellas generaciones se divertían y vivían el fútbol a su manera. Lo de ahora es mucho más soso y encorsetado. Comentamos también cosas del momento. Le gusta la Real de hoy, la calidad de los jugadores. Hablamos mucho de Rubén Pardo y de su posible renovación (le encanta) y de Sergio Barcina (conoce mucho a su padre) y de Viguera y de Pablo Hervías. En suma, de los jugadores con D.O. Rioja que en aquella zona siguen mucho. Buenos jugadores y muy buenos chavales. Rato muy agradable en el que no hablamos ni medio minuto de la visita del Mallorca.

Sinceramente, entendía que había historias más cautivadoras. Tras la despedida, nos esperaban (llegamos tarde), toda la panda de jugadores vascos del equipo riojano de balonmano con quienes habíamos quedado antes del partido para tomar un café, que en mi caso fue un poleo menta “para bajar”. A diferencia del fútbol, en balonmano los deportistas son muy cercanos. Hicimos unas risas y fotos con Unai Arrieta, Nico Mindegia, Gurutz Aginagalde, además de Curuvija y Ales Abrao que también andaban por allí. Distensión antes de la enorme pelea contra el Atco. de Madrid al que derrotaron luego. Partido estupendo.

Tocaba volver y pensar en los de Caparrós y en los de Montanier que, aunque juegan a lo mismo, son diferentes. Sobre todo en la tabla clasificatoria. El balear decidió alinear a los tres recientes fichajes tratando sin dudar de jalear el ambiente de los suyos, venidos a menos desde hace muchas semanas. El francés resolvió el debate del delantero centro, el asunto Ifrán vs Agirretxe, dejando sentados a los dos en el banquillo. Optó por repetir la vanguardia que derrotó al Barça en la última comparecencia de Anoeta.

Pero hay una cuestión que soy incapaz de resolver y que se refiere a las manos de los futbolistas en los partidos del campeonato. Cada árbitro es un misterio y cada jugada también. Teixeira expulsó a Márquez antes de la media hora dejando a los baleares con uno menos de forma muy discutible, en tanto que lo que pareció mano flagrante de José Ángel no conllevó la misma decisión. Debió ser expulsado. Cada domingo se repiten acciones a las que se da distinta resolución y que marcan claramente el devenir de los acontecimientos. Si alguien que sepa me lo explica bien, se lo agradezco, porque soy incapaz. ¡Hay comentaristas, antiguos árbitros, que son de mear y no echar gota!

Anoche los mallorquinistas jugaron una hora con un futbolista menos y lo terminaron pagando sobre todo desde que Chory Castro aprovechó la oportunidad del primer tanto. Lo demás vendría por añadidura. Funcionó una vez más la dupla Illarra-Rubén Pardo, cumplió con creces Elustondo y los de arriba se movieron en el habitual carrusel de posiciones hasta encontrar los momentos favorables para cerrar un marcador que da alas a los sueños.

 

Iñaki de Mujika