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Nada nuevo bajo el sol, o casi.

La Champions futbolera del presente ejercicio conoce ya a cuatro equipos clasificados. Pocas sorpresas, por no decir ninguna. Los ojos estaban puestos en Manchester, ya que en Old Trafford iba a caer uno de los posibles candidatos alo triunfo final. Fueron los locales.

Entre otras cosas, porque el árbitro turco que tocó “en suerte” intervino del modo que no debía y distorsionó posiblemente el desenlace. Parece claro que para encuentros de semejante nivel, deben nombrarse árbitros de ligas más competentes (Alemania, Francia, Italia…).

Pasan el Real Madrid, la Juve y el Borussia. Estos dos últimos eran favoritos y cumplieron con el papel asignado. Se une al elenco el Paris St. Germain, ganador del duelo ante el Valencia. Al equipo parisino ha llegado un jeque con petrodólares.

Por ahora se los gasta en fichajes para formar una plantilla que le permite encabezar la clasificación del campeonato francés y clasificar al equipo para cuartos de final con la dirección de Ancelotti. En general, a los equipos clásicos no les divierten estas apariciones en el paisaje.

La llegada de Roman Abramovich al Chelsea propició que los ingleses ganaran la Champions hace un año para disgusto del resto de aspirantes, acostumbrados a jugarse los cuartos con los rivales habituales. Las inversiones millonarias dinamitan además los mercados y desestabilizan aquellas plantillas en las que se encuentran jugadores que gustan para los nuevos proyectos.

Cubierta la mitad de esta eliminatoria estamos a la espera de lo que suceda la próxima semana. El Barça-Milán destaca por encima de todos. Los analistas entendían que eran favoritos los catalanes, pero los dos goles de ventaja que traen los italianos dificultan mucho el pronóstico y el pase del conjunto de Roura.

El Schalke-Galatasaray e incluso el Málaga-Porto parecen partidos menores en relación con el anterior. Nos falta el pase de quien venza en el duelo Bayern de Munich-Arsenal que normalmente confirmará a los teutones como cuartofinalistas y aspirantes a la final de Wembley.

Es decir, mucho de tradición, poca sorpresa, bastantes intereses, los mejores futbolistas y la distancia que marcan unos respecto de otros.

Iñaki de Mujika