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El valor de las trayectorias

Pablo Berasaluze es uno de esos deportistas que no pasan desapercibidos. Vas al frontón. Le ves pegar, correr, jugar, disfrutar y sudar. De inmediato te sitúas y valoras lo que hace. Sintonizas con la forma de comportarse y reconoces todos los méritos.

Son muchos porque acaba de cumplir quince años como profesional de las canchas. “Hoy 15 años que debuté. Quiero agradecer todo el apoyo a todos los aficionados, amigos, pelotazales que me han apoyado durante todo este tiempo mil gracias a todos”, escribía con emoción y orgullo este fin de semana en las redes sociales. Fue en el municipal de Bergara en donde inició la carrera profesional y aquí sigue vivito y coleando. La suya es una trayectoria de largo alcance.

 

Se parece a las ardillas, imprevisibles. Que van y viene, sin parar ni agotarse. Pertenece al mundo de los cuadros alegres. Es por tanto un delantero, de los de la antigua usanza. Le gusta rematar, jugársela, apasionarse con cada pelota que cae en su rededor, mirando de reojo al rival y planteándose a veces una de barrenes, como en los colegios de críos. Disfruta y hace disfrutar.

La vida en algún momento le dio palos duros y difíciles, pero se ha rehecho y ha sabido seguir haciendo camino. Como los grandes. A lo mejor no ha ganado ni campeonatos, ni txapelas, ni ha subido a los podios, pero es fijo en cualquier feria, porque cuenta con un público fiel que le valora. Sabe explotar sus virtudes y amargar la tarde al más pintado. Muchos de los partidos que juega caen de su lado por la valentía y el compromiso al afrontarlos.

Por eso me gusta, porque es diferente y porque además debe servir de ejemplo a los jóvenes, que a lo mejor lo tienen más fácil y están menos acostumbrados a sufrir. “Pablito” es un espejo en el que poder mirarse porque el reflejo enseña valores y un deportista sin dobleces. Honesto y profesional.

Está disputando el campeonato de mano por parejas. Juega con Albisu, un zaguero con futuro que va haciéndose. Tira de él como un poseso porque quiere estar entre los mejores. Ni tira la toalla, ni da el brazo a torcer. Peleará hasta el final porque no sabe hacer otra cosa y eso, en tiempos de crisis, es un valor claramente en alza.

 

Iñaki de Mujika