elbeaterio.es

¿Volvemos a la vieja tradición de los paréntesis?¡ Noooooo!

Nunca he dudado de los futbolistas. Tampoco de su voluntad, talento, capacidades, entusiasmo, ganas… porque eso lo demuestran en la superficie, cuando pisan césped y juegan con el balón. Sin embargo, es imposible conocer de verdad lo que pasa por sus cabezas. Nada hay que mida el miedo, la incertidumbre, la esperanza, la confianza, la seguridad o la inseguridad. O te fías de su palabra, o lo intuyes, pero certezas lo que se dice certezas, pocas. La victoria y la demostración de esfuerzos colectivos reafirman la convicción sobre las virtudes del grupo por encima de las individualidades.

La semana antes del partido del Manzanares hemos asistido al habitual repaso de pareceres de quienes se sientan en la mesa con micrófonos a expresar lo que piensan y les gustaría. Pese al estupendo papel y lugar que se ocupaba en la clasificación, ni un puntito de euforia y alegría. Antes bien, precaución y aviso. “Si no defendemos muy bien, si no estamos concentrados todo el partido, si no damos lo mejor de nosotros, si…”. Es decir, sin decirlo, ya estábamos avisados de las dificultades que el conjunto se iba a encontrar por delante, propias y ajenas.

Los números rojiblancos en su feudo eran de echarse a temblar. Ni un punto perdido en lo que va de campeonato y unas cuantas jornadas sin encajar un gol. Los datos de casa, escalofriantes: 13 partidos, 13 victorias. 34 goles a favor, 6 en contra. Además pitaba Ayza Gámez con el que teníamos una estadística descomunal: 9 partidos, ningún triunfo. ¡Era la noche para echar cohetes!. Tras el tanto de Xabi todos los números se vienen abajo.

Por tanto, nadie dudaba de las capacidades del equipo que entrena Simeone. El técnico argentino ha dotado a los colchoneros de lo que a él le sobraba cuando era jugador, es decir, garra, coraje, actitud, sentido de la anticipación y cabeza, mucha fortaleza mental para no arredrarse ante las dificultades. Y como además cuenta con muy estupendos jugadores, la resultante no es complicada: muy buen equipo.

No quiero escaparme de esa realidad, porque en mi caso, a la hora de afrontar estos partidos, convivo con ideas preconcebidas. En los dieciséis partidos de liga que me ha tocado transmitir, con el Vicente Calderón de protagonista, he visto ganar al equipo dos veces. Muy mal bagaje y por tanto ningún motivo para sentirte optimista. Menos aún viendo la trayectoria del equipo madrileño en la presente temporada. No es el momento de recordar las muchas cosas que hemos vivido en ese estadio, pero buenas, lo que se dice buenas, contadas con los dedos de una mano.

Incluso, llegar a las cabinas de radio era una aventura. Escaleras y escaleras y más escaleras. Y finalmente más escaleras. Desde lo alto se ven las torres de todo Madrid. Necesitas pararte varias veces en los rellanos para coger aire y recuperarte. Más aún, subiendo cargado con maletas de transmitir que pesan lo que no está escrito en los papeles. En estas épocas y de noche, además se suma el frío y las humedades del cercano río, sin entrar a valorar dónde y cómo debes hacer las entrevistas a los jugadores cuando el partido concluye. ¡Estamos tan a gustito!. Así que, desde hace tiempo, en este campo decidí abrir paréntesis, jugar y volver a cerrar paréntesis, para esperar en este caso al Valladolid y pensar en otra cosa. La realidad es tozuda y sobre la marcha debí cambiar de idea y sentimiento, porque viendo al equipo pelear y pelear entendí que la esperanza no era una quimera.

Por eso, si quien no corre, ni juega, ni siente lo que pasa en la hierba, decide superar el trámite, entiendo que a los futbolistas se les pueda pasar por la cabeza hacer lo mismo y pasar página, aunque pueda no ser ni lo recomendable ni lo competitivo. Seguro que Montanier no está de acuerdo, porque le gusta jugar a su manera, atacar y ganar, aunque anoche le faltaran futbolistas ofensivos para desarrollar su idea. Sin Chory ni Ifrán las alternativas del fondo de armario eran mucho menores. Por eso, se intuía alguna modificación. Agirretxe quedaba en el banquillo como alternativa de futuro según fueran las cosas. Situarle desde el principio en el “once” titular a costa de Zurutuza hubiera dejado sin artillería al técnico francés. Los rojiblancos con los esperados y entre ellos la dupla infernal: Diego Costa-Falcao.

La salida del encuentro fue la esperada. El Atleti más orientado hacia la portería de Bravo que lo contrario. Mayor dominio, pero pocas ideas. Paulatinamente, el encuentro se niveló. A la Real tampoco le sobró la creación, porque la línea de tres dispuso de poco balón y escasas oportunidades de poder jugarlo con holgura. Todo se convirtió en un toma y daca que diseñó una jugada para la discusión. ¿Segunda amarilla a Ardá Turam y expulsión por entrada a Vela?. El eterno debate de los criterios y de las interpretaciones. Ayza decidió dejar las cosas como estaban. Lo mismo que el resultado. Empate sin goles al descanso con la sensación de que cualquier cosa pudiera pasar en la reanudación.

Volvieron los madrileños a salir como cohetes y a ponernos de los nervios hasta que antes de los diez minutos, Xabi Prieto se aprovechó de una posición ilegal para contraatacar con acierto y adelantar a su equipo en medio de la decepción local y del jolgorio visitante. Quedaba mucho y tocaba aguantar. Sin perder la cabeza, sin entrar en peleas infructuosas, dejando la piel a jirones sobre el campo, los minutos pasaron con desesperación para los de Simeone que no encontraban ni el modo ni el camino para romper la tendencia y recuperar la inmensa racha de eficacia en su campo.

Aguantó muy bien el árbitro las presiones en la misma medida que los nervios locales afloraban en demasía. Pero el reloj corrió hasta los tres de descuento y la victoria premiaba tanto esfuerzo. Cuarenta y cuatro puntos en el casillero garantizan la presencia en la máxima categoría la próxima temporada con mucho tiempo de antelación. Primera misión cumplida. A partir de ahora es el momento de los sueños, de quitar los paréntesis y seguir creyendo en las cosas que dan sentido a este equipo.

Iñaki de Mujika