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Una de charcos

A Mourinho le gustan los charcos más que a mí el jamón de paleta ibérica. Es incapaz de callarse. Aprovecha los parones en la competición para repartir juego. Casi siempre coincide con alguna entrevista que le hacen en Portugal o Inglaterra, sus destinos preferidos cuando dispone de jornadas de asueto.

 

Lo último ha sido dinamitar la elección de Vicente del Bosque como entrenador del año, según los votos de entrenadores y futbolistas de todo el mundo. Pone el luso en tela de juicio la validez de la decisión final, argumentando que le han dicho algunos votantes (Pandev, capitán de Macedonia) que ellos le votaron a él y que sin embargo luego salió publicada otra cosa.

Caben dos opciones: que le aseguraran que le habían votado y que no fuera cierto, o que efectivamente hay un pucherazo monumental que desacredita a una institución consistente como la FIFA que ha enseñado los documentos firmados. La tercera, no probable, es que Mourinho se lo invente todo y haya querido devaluar el valor de un premio que hace un par de años le correspondió a él utilizando el mismo sistema de elección.

No hace mucho, conocidos los contrincantes, el técnico madridista aseguró que el trabajo de los dos rivales no era comparable al suyo. Respecto de Guardiola afirmó que se encontraba de año sabático y que del Bosque disputaba un partido al mes.

Ante esta nueva salida de pata de banco han debido terciar una vez más sus futbolistas, desautorizando las afirmaciones y apoyando la decisión que premió el trabajo del seleccionador con el que ahora preparan partidos decisivos. No hace mucho tiempo, el entorno del entrenador portugués le pidió mesura. Dirigentes, futbolistas, todos los cercanos le sugirieron la calma como compañera de viaje.

Le ha durado poco. Mourinho necesita estar en el machito, que se hable de él. Parece no soportar que en las portadas de los medios y en las noticias él no sea protagonista. No es la bruja de Blancanieves, pero malo es que tenga que preguntar al espejo si hay alguien mejor que él. Por eso, dejar correr rumores sobre su futuro. “No es fácil un nuevo destino, quizás sea repetido”, como queriendo dejar más o menos claro que su destino no pasa por Madrid.

Iñaki de Mujika