Mikel Beroiz es un pelotari joven. Forma pareja en el actual campeonato con Oinatz Bengoetxea y ambos, comprometidos y compenetrados, ofrecen partidos con nivel sólido de juego. Sucede esto hasta tal punto que su papel de favoritos crece en cada comparecencia. Sin duda, la prueba del algodón les llega este fin de semana cuando se enfrenten a los otros aspirantes Irujo-Zabaleta.
Beroiz juega de zaguero y se encuentra en un momento de forma estupendo. Cada partido que disputa ofrece grados considerables de madurez y fiabilidad. Pocos errores y altos niveles de eficacia. Lo agradece el delantero con el que compite y lo sufren los rivales que no le encuentran fisuras ni puntos débiles.
Si todo sigue como parece, disputarán la final. Si llega a ella, lo hará en distintas circunstancias que hace un par de años cuando las empresas decidieron que fuera él quien sustituyera al entonces lesionado Abel Barriola. El pelotari de Leitza formaba como ahora pareja con Xala. Les esperaban en el partido decisivo Olaizola II-Begino.
A Beroiz le toco asumir por imperativo categórico un papel que no le correspondía. Nadie entendió aquella decisión que descafeinaba la final, que perdía emoción y que le echaba encima una responsabilidad para la que, posiblemente, no estaba preparado. El papel lo aguanta todo, pero la evidencia es la que resuelve las dudas. El 22-14 de la final del frontón Bizkaia confirmó las sospechas y no tuvo más color que el de los ganadores.
Mikel Beroiz no hizo sino obedecer. Sufrió todo. La presión exterior porque todos los ojos se clavaban en él, y la interior, la propia del partido, con los rivales mandándole pelotazos inmisericordes.
Por eso, ahora que han pasado dos años y que el pelotari se encuentra en el mejor momento de su carrera, me apetece que llegue a la final y la disfrute, porque se lo merece. Al pelotari de Huarte nadie le ha regalado nada. Está cerca de volver a encontrarse con un encuentro decisivo. Si así sucede será en diferentes circunstancias, aunque los rivales que se intuyen vayan a ser duros como la roca. Como él. Le miraron en su día con lupa. En silencio, hacia dentro, tragó saliva y siguió el camino. Ahora le llega una nueva oportunidad que tratará de aprovechar seguro y lleno de confianza. Los focos no le apuntan.