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“La que quiera coger peces que se moje el tralará…!

Gentes que conozco más allá de un balón o una pelota y con quienes comparto tertulias o ratos de ocio saben lo mucho que admiraba a Sarita Montiel, quizás porque desde crío guardo en casa un LP que, dedicado en la portada por mi noveno cumpleaños, enseñaba en la carátula la foto de la cantante vestida de vendedora de violetas. Era diferente a las demás. Como en aquel tiempo no había nada distinto al tocadiscos, el 33 rpm dio vueltas y vueltas hasta rayarse. Tantas veces repetido, tantas escuchado. Estos días en los que las televisiones, las radios y la prensa escrita se han empeñado en recordarle, no he podido más que tararear una tras otra canciones de su repertorio. ¡Las sé casi todas!.

Las del disco y otra muchas porque con los años la colección fue aumentando inexorablemente. Por ello, los cuplés se incorporaron paulatinamente al elenco de canciones memorables y las letras al fondo que las guarda en algún rincón de la memoria. Estas versiones eran irónicas, con segundas lecturas, “berdekeris”, divertidas y muy populares. “La chica del 17” cumplía todos los requisitos. He tratado de encontrar la canción en versión de la manchega, pero no he sido capaz. De cualquier modo, siempre nos quedarán Olga Ramos, Lina Morgan, Marujita Díaz o Lilian de Celis que la bordaban con su estilo.

La letra se refiere a una chica que vive en la madrileña plazuela del Tribulete, que va muy puesta y revuelve a la vecindad. Las señoras murmuran y se hacen preguntas “a dónde va la chica tan bien portá” o “de dónde saca pa tanto como destaca”. En el comadreo del hipotético patio le hacen un chequeo de arriba abajo:

“La chica del 17 gasta zapatos de tafilete, sombrero de gran copete y abrigo de petit-gris. Los guantes, de cabritilla, medias de seda con espiguilla, pues viste la chiquilla como en París”.

Entre harta y provocadora por los comentarios, la finolis señorita les contesta “La que quiera comer peces que se moje el tralará”. Ese era el momento en que los cafés en los que se interpretaban estas letras discretitas o insinuadoras alborotaban el gallinero, sobre todo entre la feligresía veterana. Supongo que la gente joven que lee esto pensará que estoy como una regadera. Pues, si tiene tiempo, que busque un cuplé con ese nombre y verá…

Volviendo, cabría hacerse la misma pregunta con la Real: “De dónde saca para tanto como destaca”. Fíjate si habremos ido veces a Vallecas; fíjate si habremos salido cariacontecidos y con las orejas gachas un montón de veces; fíjate si no es un campo para optimismos. Se la bufa. En el actual contexto todo es diferente. Así lo entienden los centenares de aficionados que se desplazan. Creen en el equipo por encima de todas las cosas. Y éste no les defrauda. En un cuarto de hora, un amago, dos goles y a otra cosa mariposa. Todas las jugadas por la banda izquierda. Pelota larga, quiebro y requiebro, remate y puntos al talego.

Hacía sol en Madrid. Una de esas mañanas habituales de la primavera, soleadas y calurosas. Esas que te matan como te despistes. Da igual. Este equipo está en permanente estado de subidón. Lo mismo que el entrenador local. Señaló a dos futbolistas como culpables del batacazo inicial y los cambió al poco. Como si tal cosa, pero sin la respuesta esperada, porque los realistas siguieron siendo solidarios, jugando cerca, generosos en las ayudas y no dejando un resquicio por el que perder el preciado botín. Quitando un remate de Delibasic y unos tiros lejanos, a Claudio Bravo le faltó trabajo. O al menos el que pudiera esperarse de un equipo con ímpetu y riesgo hacia la portería rival.

Antes de escribir he vuelto a ver el partido por si algo se me escapaba o porque alguno de los nuestros hubiera podido hacer un encuentro colosal. Sin quitar méritos a los aciertos individuales, a los pases y a los goles, el acordeón del sube y baja fue colectivo. Sin miedos. Saliendo rápidos desde el principio, especulando casi nada, cogiendo el timón del juego y apagando cualquier rescoldo que hablara de conformismo o tiempo de especulación. ¡Que va!. Toque de trompeta y al ataque. Como andaba Del Bosque por los palcos y los nuestros brillaron “demasié para el cuerpo” a lo mejor en la próxima cita incorpora a alguno y premia el temporadón.

Cuando hablamos de retos en el horizonte aparece el calendario. Paso a paso. Encontramos hace una semana dos salidas y una visita. Todos los partidos complejos y exigentes. Salvado el primero, llega el segundo. Y si a Vallecas fueron no sé cuántos, El Sadar se petará de seguidores entusiasmados. No es para menos. Este equipo, que al principio de la temporada transmitía poco y jugaba al despiste, se ha consolidado y es maduro pese a la juventud de muchos de sus componentes. Se sienten tan a gustito que, como ven premio gordo al final del ejercicio, no hacen otra cosa que mojarse el tralará.

 

 

 

 

Iñaki de Mujika