No recuerdo a quien le comenté que intuía un verano movidito en el entorno de la Real Sociedad. Un equipo que queda cuarto en el campeonato ofreciendo partidos estelares, con una plantilla joven, no pasa desapercibido. Más aún, si en un campeonato europeo como el sub-21 la grada está poblada de millonarios y magnates que tratan de fichar como sea y a quien sea. El encuentro con un consejero a falta de un par de semanas para que concluyera la liga reforzó mi tesis porque ellos también se temían jarana.
Y por supuesto ésta ha llegado sin frenos. Está el asunto divertido, porque el mundo habla de Asier Illarramendi y del posible paso al Real Madrid. Se da la curiosa circunstancia de que ninguna de las partes implicadas no ha dicho ni mu. El jugador de vacaciones y los clubes a lo suyo, por bajines, descolgando teléfonos sin parar. Todo está siendo mediático y aquí cada cual mueve sus hilos. Unos, asegurando que está hecho. Los otros, pidiendo fortaleza. Las ascuas a su sardina. Visto así, guerra de guerrillas.
Aperribay sabe que debe defender por encima de todo los intereses del club. Los suyos van en paralelo. Si acepta trueques, componendas, acuerdos de traspaso y similares, le cortan la cabeza y pierde el bien ganado prestigio en su gestión. El pueblo txuri urdin se le pondría de frente sin dudar. Lo suyo es cobrar a tocateja los 30 millones de euros, más los impuestos correspondientes y salir incólume del envite.
Si traga correrá dos riesgos. El personal y el colectivo, porque abrir la puerta a acuerdos con quien sea, supone que un cuarto de hora más tarde vienen otros a por otros. La veda y los cotos no pueden abrirse con lo que ha costado regenerarlos. Es un cuerpo a cuerpo en el que la Real no necesita el dinero como sucediera cuando Xabi Alonso fue traspasado al Liverpool.
No me consta que haya un pacto verbal entre los componentes de la plantilla para permanecer todos y unidos a la hora de seguir adelante con el proyecto que ellos han construido. Ciertos sectores se preguntan a esta hora cómo le recibirán en el vestuario, si es verdad que el chico de Mutriku ha querido romper esa vital unidad. A quien me lo ha comentado, le he asegurado que “bien”, porque este equipo es solidario, sabe entender, ayudar y perdonar si es necesario. Lo ha hecho muchas veces. Le animarán sin duda a vivir en la normalidad del día a día.
O sea que, a esta hora, no tengo nada claro. Si se queda no me va a sorprender. Si se va, será porque lo ha decidido, pero eso supone un coste y un marco de negociación que, hoy por hoy, no está para nada claro. Cada día que pasa está más cerca el momento de incorporarse a los entrenamientos con la Real. Es lo que quiere su gente, los seguidores y, sinceramente, yo mismo. Es demasiado joven. Le vendrá bien progresar en su entorno más favorable, seguir creciendo y cuando llegue el momento más oportuno, con calma, tomar las decisiones.