En una de las habitaciones de casa hay colgada de la pared una foto enorme que tiene sus años en la que aparezco en una cabina del estadio de Anoeta y al fondo se ve tapando el círculo central un enorme balón con el logotipo de la Champions. De eso han pasado unos cuantos años. No hace falta ser muy avispado para comprobar lo rápido que pasa el tiempo y las secuelas que dejan las historias vividas.
Vuelvo mañana al mismo sitio, a la misma cabina, para vivir a mi manera el partido de vuelta frente al Olympique de Lyon, ése en el que la Real ha puesto todas sus esperanzas. Como club, por economía y prestigio. Como deportistas porque es una gran oportunidad de volver a competir en la mejor competición continental por clubes.
Hace una semana, Jagoba Arrasate y los suyos lograron un triunfo de mérito que les puso en franquía la eliminatoria y la fase de grupos. Dos goles de ventaja deberían servir, máxime jugando en casa y con el fervor popular de su lado. Todo apunta en la misma dirección. Lo que sucede es que en frente hay un equipo que no tiene nada que perder, que va a arriesgar y a tratar de sorprender con sus armas.
Esa es la grandeza de este deporte. Puede pasar cualquier cosa. La esperada o la inesperada. El fútbol rompe muchas veces los pronósticos. Basta con seguir cada semana una quiniela para comprobar cómo fallan los apostantes, precisamente porque pasan cosas imprevistas. En los últimos años la Real ya ha hecho alguna barbaridad al respecto y suponemos que afrontará el partido de mañana con la lección aprendida.
El míster y sus jugadores comentan que no quieren especular con el resultado y que deben ir a por el contrario desde el principio. Quizás sea una buena estrategia porque así dejarás claro a los franceses que facilidades, ninguna.
Este es el partido más importante en la historia reciente de la entidad. La economía volvería a pegar un arreón considerable superando el trance y los futbolistas verán premiados todos sus esfuerzos. Muchos de ellos sufrieron el martirio que supone jugar tres años en Segunda. Ahora, disponen de una nueva oportunidad para recuperar con creces toda su autoestima. Estamos, por tanto, ante una oportunidad que no debemos perder.
Los aficionados, que hace una semana, volvieron a dar una lección de solidaridad con el proyecto deportivo de la Real, ansían que su equipo les otorgue un plus mayor de satisfacción. Muchos retos que afrontar en noventa minutos. Como en los casinos…No va más!