No faltan muchas horas para que el mundo olímpico con derecho a voto decida la sede de los Juegos de 2020. Es decir, la ciudad que recoja el testigo de Rio de Janeiro. Tres candidatas optan a esa posibilidad. Estambul, Tokio y Madrid que lo intenta por tercera vez consecutiva, después de dos ocasiones en las que todos los esfuerzos resultaron baldíos.
Ignoro cuáles son los mecanismos y entresijos complicados por los que los votantes deciden. Las candidaturas deben superar unos exigentes trámites previos antes de someterse a votación. Llegan las finalistas que presentan todos los detalles ante los miembros con derecho a voto, explicando las grandezas e idoneidad de sus proyectos.
Para entonces todos han recorrido países, mantenido reuniones, sugerido apoyos con dirigentes, deportistas, representantes, es decir, con quienes electrónicamente y de forma secreta elegirán la futura sede. Los rumores que siempre circulan aciertan pocas veces. A esta hora, casi todos descartan a Estambul y creen que el juego está entre Japón y España.
Los deportistas, que son la única razón de estas citas, añoran que la voz del presidente del COI anuncie Madrid, porque ello conlleva finanzas, medios y recursos para poder desarrollar los programas deportivos que les permita competir en igualdad con sus rivales y les concede la oportunidad de alcanzar el éxito que por su esfuerzo y capacidad merecen.
La situación actual es penosa. Salvo contados y elegidos practicantes, el resto se está pagando viajes, estancias e inscripciones para poder competir en campeonatos de Europa o mundiales. Están estirando la cuerda hasta límites insospechados. Las federaciones no cuentan con el menor recurso y el desastre está servido.
Si Madrid no es elegida como ciudad olímpica, muchas federaciones tendrán que cerrar por derribo y abandonar la práctica, dejando tirados a sus deportistas que ya no pueden aguantar más porque están gastándose los pocos ahorros que les quedan..
Por eso, en la elección de mañana, más allá de la política, juega el deporte y sus practicantes. Estos se merecen mucho más apoyo y reconocimiento que el que reciben. Su futuro está en manos del mundo, de personas que no conocen y que viven en Asia, África, Oceanía, América y Europa. Mucho mapa para saber a ciencia cierta qué vaya a suceder mañana más allá de los sueños y las intuiciones.