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¿Quién quiere casarse con mi hijo?

Esto de llegar a casa a horas intempestivas, después de un partido de Champions, conlleva ir a pie cambiado. El pasado martes, entre ponte bien y estate quieto, abrí la puerta a la una menos cuarto de la madrugada. Directo a la cocina para cenar un si es, no es, consistente en queso, fruta y yogurt. Cierto que en la sala de prensa de Anoeta una de las neveras estaba llena de sandwichs variados que pude catar prudentemente por lo que el hambre estaba más o menos controlada.

Después, directo al sofá. Enciendo la tele porque es imposible dormir. Estás todavía medio neurótico por el encuentro y bastante tenso dando vueltas a las jugadas, pensando en lo que pudo ser y no fue. Me niego a ver de nuevo las imágenes de Anoeta o los resúmenes del resto de encuentros porque estoy saturado de fútbol y de partidos, así que cojo el mando e inicio ese ejercicio llamado zapping sin saber muy bien qué busco y me apetece.

Paro de repente en un canal en el que una serie de chicos busca pareja con el beneplácito del padre o de la madre que les acompaña y que ponen algo así como un fielato amoroso que orientará a sus descendientes a la hora de elegir lo que les conviene. Los personajes son muy variopintos, tanto ellas como ellos. Uno de los chicos concursantes es argentino, lo mismo que su mamá. Ésta decide realizar una prueba cultural para saber qué nivel de conocimientos adorna a las candidatas.

Sienta a todas ellas delante de un mapamundi y les pregunta cuál es la capital de Argentina. Seis chicas miran a los continentes como una vaca cuando pasa el tren. “¿Qué levante la mano quien sepa la respuesta?. Ni corta ni perezosa, una veterana contesta: “Ibiza”. En ese instante olvido el partido, suelto una carcajada que debió despertar al vecindario y decido dejar de zapear. Item más cuando la chica no muy agraciada se levanta y señala con el dedo más o menos Austria. Sólo una fue capaz de responder Buenos Aires.

La madre de un joven militar se empeñó en que las pretendientes se probaran unas bragas después de que les preguntara si tenían por costumbre utilizarlas. La mayor parte contestó que no, que les tira más el tanga. Esto horrorizó a la señora, más clásica que el Partenon y muy poco adicta a las modernidades. Sólo una entró en un vestuario para dar satisfacción a la, en teoría, futura suegra.  El programa es una mezcla de astracanada, vodevil y frikilandia. Te lo debes tomar como puro y duro humor que en aquel momento era lo que necesitaba.

Así las cosas, toqué la almohada a las tres menos cuarto. Dormí fatal, dando vueltas como una perinola. La mañana siguiente fue un esperpento. No estaba ni para coger el teléfono. Pensaba y pensaba en el pobre Estebantxo que no se merece una lesión tan grave. Saldrá seguro y volverá, porque un individuo que apostó por nosotros, haciendo un esfuerzo importante, confiado en que este equipo y esta gente era un lugar que merecía la pena, volverá a defender con orgullo la camiseta “25”. “Ánimo Esteban”, se leía en la camiseta blanca que sus compañeros mostraron antes del encuentro.

Prometí que el primero que me hablara del Málaga se llevaba una galleta. Es imposible seguir el paso. No sales de uno y ya está el otro pisándote los talones. No acabas de recoger los apuntes de los ucranios y llegan los andaluces. Hace unos meses les conocías de sobra y sabías lo que te esperaba. Ahora, no. Incluso, confieso que me preocupa más la respuesta propia que el comportamiento ajeno. Esta semana coincidía con un grupo de jugadores a la hora del café en una terraza donostiarra. Me saludaron muy amablemente. Les noté, sobre todo a alguno, cara de cansados. No me extraña. Cuando éramos un equipo sólo de la liga nos encantaba jugar contra quienes habían disputado jornada europea entre semana.

Supone casi siempre que los esfuerzos se pagan. De eso, nos beneficiábamos antes. Ahora, estamos en la otra parte, sometidos a mucho desgaste porque hay muchas ganas de jugar bien y ganar, pero la voluntad muchas veces no es suficiente. Si además te toca hacer frente a los rivales a las cuatro de la tarde, se suman demasiados factores en contra.

En medio de todo esto, el entrenador, que conoce mejor que nadie el estado de la cuestión, trata de equilibrar la prestación del grupo. A esta hora, salvo Zubikarai e Ifrán, todos han jugado minutos en el primer mes de competición. Todos son importantes y todos cuentan. Frente al Málaga dejó a gente en la grada y a otros en el banquillo. El primer tiempo no fue de los que pasan a la historia por buenos, pero dejó la puerta abierta a la posible reacción cuando entraron quienes podían dinamizar el aburrido tránsito.

Amagamos, rondamos, pero no definimos. Los tres encuentros ligueros que jugamos después de Champions han sido parecidos y han concluido del mismo modo. Con empate. Aquí no se trata de buscarle novia al novio, porque el equipo es querido, mimado y arropado por su gente que sabe lo que le hace falta en cada momento. Es cuestión de ayudarle a hacer el camino en tiempos de dificultad y de impotencia. Nuestra racha es la que es. La chispa que tenemos es la que tenemos. La cabeza y las piernas no van al unísono. Los rivales se repliegan, nos esperan y tratan de matarnos a la contra. Nada nuevo.

Seguro que le volvemos a dar mil vueltas a la cabeza tratando de encontrar la respuesta, Mientras tanto, siempre habrá un programa de televisión que nos ayude a no perder ni el humor ni la confianza.

 

 

 

 

 

Iñaki de Mujika