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¡Ponte la bufanda y calienta, que el sábado te necesitan!

Supongo que ningún lector de esta sección, ni de sus alrededores, creía que la Real Sociedad de anoche pudiera sorprender en el santuario del Barça y que no fuera posible encajar un resultado contrario como perder cuatro-uno. Los números pasados confirmaban que el equipo no había sido capaz de sacar más que un punto de las últimas dieciocho visitas. Y da lo mismo el momento en el que se visitara el Nou Camp, porque hemos ido con equipazos, en racha fabulosa, en penuria, como almas en pena…De todo, para terminar muriendo en la orilla, unas cuantas veces vapuleados y sin opciones de pegar un campanazo.

He discutido bastante los últimos días sobre este partido. No me gusta mucho el verbo tirar a la hora de afrontarlo. Prefiero usar el sentido común y arriesgar lo menos posible, sobre todo cuando a la vuelta de la esquina nos vamos a encontrar encuentros muy exigentes en los que, en teoría, disponemos de mayores y mejores posibilidades de éxito. ¿Mente conservadora?. No creo. A este equipo y a sus técnicos se les pidió un esfuerzo máximo para entrar en Champions. Era un gran objetivo. Deportivo y económico.

 

La preparación se planteó para llegar a ese momento en el mejor estado de forma posible. El equipo se vació, ganó los dos encuentros y cumplió con creces lo exigido. Los picos de forma no se mantienen largo tramo en el tiempo, sobre todo cuando vas de partido en partido, sin opción de recuperarte ni de entrenar como se necesita. A la par de la exigencia, se han ido acumulando lesiones y más lesiones. Ante el Málaga, como quien dice, se estrenaron jugadores salientes de lesión. O ausentes, por diversas razones. Agirretxe, José Ángel, Carlos Martínez, Zurutuza…

Desde la frialdad, más allá de la imagen que puedas ofrecer, quien esto escribe hubiera decidido algo similar a lo diseñado por el entrenador. Quizás menos valiente, porque afrontar un  partido con el once inicial elegido era un riesgo, supongo que calculado. Cadamuro, Ros, Sangalli, poco habituales, se encontraron de frente con toda la corte celestial y vivieron su experiencia individual y colectiva. Todos les podrán contar a sus nietos algo que ni tú, ni yo, lo haremos, por imposible, con los nuestros. El más joven de todos ellos, como el resto de compañeros, se dejó la piel sobre el enorme terreno y quiso sorprender hasta el final. Una contra le enseñó la dureza de un partido como éste, sufriendo una “subida de bola” que nos dio pena.

Estos encuentros se estudian en vídeo, se estudian y se plantean en la pizarra. Todos conocer de sobra al rival. Por eso, hay que decir pocas cosas. Se insiste en los parlamentos que es importante no encajar gol en el primer cuarto de hora. Quizás si el tiro a la cruceta de Seferovic acaba bien, el partido hubiera seguido por otros derroteros. Antes del minuto diez, perdíamos de dos goles. Uno inexplicable y el segundo también. Neymar y Messi haciendo feliz a la mayor parte de la grada y la cabeza de los nuestros atosigada de decepciones y desánimo.

Para colmo de males, Xabi Prieto llevó el susto a toda la expedición y a quienes seguían el partido en la distancia. Estábamos lejos de ser un equipo con fuste y acierto. Nos meten el tercero y nos vamos al descanso con la sensación de no poder con la realidad. En función del grado de optimismo o credibilidad, quien más quien menos se tema una goleada de escándalo. Somos jóvenes e inexpertos. Total que de la Bella logra el tanto del honor y nos meten uno menos que hace un año cuando acudimos al mismo estadio con banda de música, majorettes y carroza.

Ya sé que un sector de los seguidores realistas no comulga con esta interpretación, mezcla entre las rotaciones y la gestión de las condiciones físicas y mentales de la plantilla. Debo respetarla. No estamos para esfuerzos añadidos, sino para hacerlos donde los necesitamos realmente. Por ejemplo, este sábado ante el Sevilla. El entrenador reserva a muchos jugadores, pensando precisamente en la cita contra los de Emery y en la salida a Leverkusen que son partidos para ir de cara y demostrar lo que somos y podemos.

No cabe otra cosa que seguir creyendo en este grupo que nos traído una barbaridad de satisfacciones. Ayudarle cuando lo necesita, como ahora. El entrenador está corriendo sus riesgos en función del beneficio de la mayoría. No le hace ascos a tomar decisiones como la de alinear a chavales sin experiencia en escenarios de postín y tronío. Son aspectos positivos. Existen siempre, incluso en una derrota contundente como anoche. Se trata de buscarlos, valorarlos y destacarlos. Sumar, en lugar de discutir. ¡Ponte la bufanda y calienta que el sábado te necesitan!.

 

 

 

Iñaki de Mujika