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Bronce con preguntas

Una final de balonmano que termina con setenta y tres goles en el marcador es menos final. Francia es de nuevo la selección campeona de Europa al derrotar en el partido decisivo a la anfitriona Dinamarca en un encuentro sin tensión, ni emociones. El resultado (32-41) es de por sí elocuente y deja bien a las claras que el equipo de Bilbek se hunde en las finales. Le pasó en el mundial de Barcelona y, más grave aún, ahora ante su público con 15.000 espectadores atónitos que esperaban otro paisaje.

 

Los franceses decidieron hace tiempo relevar el equipo nacional, del que han salido ilustres jugadores, como es el caso de Dinart, ahora entrenador ayudante del seleccionador Onesta. La transición la han cubierto en poco tiempo, sin perder competitividad y demostrando que son capaces de ganar a cualquiera y de manera espectacular. Cuenta en sus filas con jugadores espléndidos como Karabatic, Guigou, Narcisse o Porte, secundados por los guardametas Omeyer y Dumoulin.

El partido más difícil fue en semifinales ante España. La diferencia en ese encuentro la marcaron los porteros. El seleccionador galo lo dejó claro en la rueda de prensa posterior cuando aseguró que “mientras nuestros cancerberos han detenido dieciséis balones, los rivales sólo nueve. Ahí ha estado la diferencia”. Incluso en el lado hispano había lamentos por desaprovechar la oportunidad de derrotarles. Alguno de los componentes afirmaba que “Es una pena porque ésta ha sido menos Francia que nunca”.

Por lo general se han visto buenos encuentros. Al ser un europeo, se trata del campeonato más duro porque se enfrentan las mejores selecciones. Prima lo físico y el equipo que sea capaz de compensar esfuerzos habrá hecho buena parte del trabajo, porque no hay un solo encuentro en el que se pueda especular o bajar la guardia. Nadie perdona.

La decepción precisamente se dio en el encuentro final. La superioridad francesa fue abrumadora. Sólo Hansen mantenía el tipo para los daneses que volvían a temblar bajo los palos en donde Landin era dominado por la ansiedad como le sucediera en la final del último mundial. Jugaron bien todos los partidos menos el que soñaban con ganar.

El bronce cayó del lado español a costa de Croacia en un encuentro igualadísimo, conforme a los cánones de la vieja tradición. El tercer puesto se resolvió por un gol. Julen Aginagalde volvió a ser decisivo en la victoria y además recogió el reconocimiento al mejor pivote del campeonato.

Pero son necesarias muchas reflexiones. Los únicos jugadores que compiten en la liga Asobal y que han disputado este europeo militan en el Barça. El resto, en la diáspora. Afición existe, porque la cuota de share ha sido espléndida con casi medio millón de espectadores siguiendo los encuentros por televisión. La eterna pregunta que nos hacemos desde hace tiempo es ¿quién y cómo canaliza esta fortaleza?

Iñaki de Mujika