El Beaterio de Iñaki de Mujika

Elegir el camino, el bueno

El día que se hizo oficial el fichaje de Nuno como entrenador del Valencia sonreí y recordé una conversación que mantuve con Toshack sobre el césped de Riazor cuando el galés entrenaba al Depor. En aquel tiempo solíamos llegar pronto a los estadios y nadie ponía el menor inconveniente para que saliésemos al terreno de juego a comprobar cómo estaba y de paso saludar a unos y otros y mantener conversaciones cortas antes de retirarnos a nuestras obligaciones.

John no estaba a gusto y en aquella pequeña charla me soltó una frase, repetida más tarde muchas veces: “Iñaki, tengo más porteros que porterías”. Hablamos de 1996. La plantilla gallega contaba con los metas Songo’o, Kouba, Canales y el juvenil Dani Mallo que también era de la partida. Les debieron parecer pocos y ficharon uno más. Concretamente, Nuno Herlander Simões Espírito Santo en lo que fue la primera operación del poderoso Jorge Mendes que entonces iniciaba su carrera como representante.

Había algo de rocambolesco. El meta participó en los Juegos de Atlanta y lejos de volver a su club, Vitoria de Guimaraes, al terminar la cita olímpica, tomó un avión con destino a A Coruña. Le escondieron unos cuantos días en el hotel Riazor mientras los dos clubes se ponían de acuerdo para el traspaso. El chico entrenaba de incógnito sobre la arena de la playa antes de incorporarse plenamente al grupo. Me gusta contarte estas historias para decirte que el mundo es muy pequeño y para valorar lo que sucedía en un tiempo no tan lejano y lo que pasa ahora. Se ha perdido toda la gracia y por supuesto la cercanía.

Aquel portero es el técnico del Valencia, a cuyo club ha llegado de la mano del mismo representante que hoy domina medio mundo del fútbol. Se sentó en el banquillo con su equipo compartiendo liderato y con el rival más tocado que las maracas de Machín y el respetable esperando la respuesta convincente de los suyos tras los dos últimos sopapos.

Más allá de los errores puntuales que nos penalizan tanto con los goles en contra, esta vez el equipo compitió y ofreció la mejor imagen ante un buen conjunto. No se hundió como en los partidos precedentes al encajar un tanto, sino que fue en busca de la portería contraria convencido de sus opciones. No sé si por culpa de Zurutuza y un mejor Vela, el conjunto volvió a ofrecer su versión más cautivadora. Le dio trabajo al portero visitante y a los puntos debió ganar la contienda.

Traté de encontrar respuesta a los dos cambios del entrenador visitante en el descanso. Dudé sobre el objetivo, pero la sensación fue más de atrincherarse que de ir a por el partido. El tercero que conllevó la entrada de Lucas Orbán fue claro en salvaguardar el punto. Había que rascar y rascó. Los minutos avanzaron con el reloj vestido de incertidumbre porque podía pasar cualquier cosa en una acción aislada o en otra de pelota parada que tanto daño nos hace. El obligado cambio de González por Elustondo tras la costalada del beasaindarra nos privó probablemente de la llegada de Chory Castro al terreno. Podía haber sido letal con dos cuadros con síntomas claros de cansancio porque el partido fue muy competitivo y exigente. Apenas hubo treguas.

Me gustaría saber qué le dijo Nuno a Jagoba al concluir la partida, pero da la sensación de que en sus palabras había más halagos que otra cosa al juego del equipo realista y a la actitud. El Valencia llegó a Anoeta con un zurrón lleno de puntos (cuatro victorias y un empate). El de ayer es posible que fuera el que más le costó conseguir.

Espero que este resultado nos ayude a recomponernos más y mejor. Y si las sensaciones son positivas y está todo el mundo convencido de lo que debe hacerse, seguiremos haciendo camino. Nos siguen faltando los tres puntos ante el Almería que son irrecuperables. Por delante, partido en Cornellá y una semana de parón. Por aquello de meter un poquito de presión, la cita ante el Espanyol se convierte en decisiva desde esa perspectiva de elegir el camino. El bueno.

Iñaki de Mujika