son curiosos los comportamientos de la gente, las reacciones ante un hecho inesperado. Supongamos un accidente de tráfico que ocurre cerca de nosotros. Encuentras un abanico de opciones, todas reales, alrededor del siniestro. Unos corren raudos y veloces a ayudar. Otros, más fríos, deciden llamar por teléfono solicitando auxilio a las ambulancias. A ellos se suman quienes permanecen impasibles, atónitos y sin saber qué hacer. Dejo para el final a quienes deciden chillar o gritar en mitad del suceso para que no falte de nada en el elenco. Cabría añadirse los que huyen del sitio y del momento.
Digo esto porque la expulsión de Moyes ante el Villarreal ha sido valorada desde muchos puntos de vista, divergentes y lejanos al mismo tiempo. Muchos se sorprenden porque los medios de comunicación nos hiciéramos eco de la situación y destacáramos la acción, el salto de la valla y la aceptación de los maíces, doritos, chetos, patatas o ganchitos al queso (sigo sin saber qué eran) cuando se los ofrecieron los aficionados que estaban sentados a su lado.
No entienden que eso ocupara portadas y que fuera más trascendente que el partido, el nivel de juego y la eliminación del torneo copero ante un equipo mejor y superior. Llueve tanto sobre mojado que a veces nos agarramos a la primera farándula que pasa para entretener y no aburrir. La deriva del acto le cuesta al entrenador dos partidos de sanción que deberá cumplir el año que viene en el mismo torneo, siempre y cuando siga aquí. La marcha que lleva, tras la derrota ante el Rayo, es de preocupar.
Estas cosas nos sacan del tedio y las rutinas. A veces, cuando estoy en estado catatónico por el fútbol que veo, suelo recurrir a las noticias curiosas que el mundo proporciona y me refugio en ellas buscando un soplo de aire fresco. En las últimas horas un chico de 20 años ha sido detenido en Coia (Vigo) porque tuvo a bien pinchar las ruedas de unos setenta coches. Cuando la policía le interrogó para saber las causas de esa actuación, respondió que en el mundo falta aire y que las ruedas tienen mucho. No me digáis que su respuesta no fue ocurrente.
Imaginación. Esta es una palabra manida pero que en el fútbol es necesaria, junto a la decisión y el atrevimiento. Es decir, los entrenadores, desde que los jugadores son niños, deben animarles a tomar decisiones, a innovar y ser osados para que en lugar de ser máquinas repetidoras haciendo lo mismo, robots del juego y del reglamento, se descubran y puedan luego llegar a ser artistas. Con los años, la mayoría de preparadores ya se encargará de ponerles un corsé y de pintarles rayas de prohibición para que se sometan a la machacona dictadura de los sistemas de juego y a los miedos de quienes los propugnan. Son evidentes.
En los banquillos de Anoeta se sentaban ayer dos entrenadores bien distintos. Más allá de la edad y lo físico. Jémez es pinturero, ofrece un discurso inhabitual, no esconde sus cartas y cuenta lo que siente sin freno de mano. Instalado en el Rayo, ve desfilar cada temporada una legión de jugadores. Idas y vueltas que suponen un cambio casi absoluto de las plantillas. Sin embargo, la respuesta de sus pupilos es inequívoca y que estén donde están, con lo que son y tienen, es casi milagro. En la otra parte, nuestro entrenador recién llegado, suspirando porque su equipo responda como él quiere y gane partidos, que es de lo que se trata. Aquí, aunque no lo parezca, y en Fernando Poo. Por ahora, misión imposible.
Como el Villarreal nos dejó sin más competición que la doméstica Liga, las agendas han respirado y ya sólo se afrontará un partido por semana. Respiro para la organización y alegría para el técnico, que por primera vez desde que llegó vio jugar a su equipo con sol y luz diurna. Da igual. Las constantes vitales son las mínimas y las sensaciones, por pobres, no encuentran calificativo que las valore.
Este equipo es irreconocible. Si ha progresado en defensa ha sido a costa del juego de ataque. Al final parece roto. Le cuesta dar buenos pases, crear espacios y rematar. Está sin estar, aprieta sin apretar, corre sin correr y no cautiva a nadie. Y lo que es peor, no suma los puntos necesarios que le saquen de una zona complicada de la clasificación y de la preocupación que eso conlleva. Espero y deseo que pase algo, porque si vamos a seguir así hasta junio?