No sé si es bueno, malo o regular entrenador, pero entretener, entretiene. Se le hinchó la vena hace una semana y se le pusieron los ojos rojos cuando descubrió que los planes previstos para afrontar el partido de Mestalla habían trascendido más allá de lo recomendable. Montó en cólera y amenazó con expulsar al topo correveidile que hace pública la estrategia antes de desplegarla sobre campo enemigo.
Si, en efecto, pone en marcha las pesquisas y termina por descubrir a quien le traiciona (supongo que hay más de uno) será fantástico ver qué pasa. Es evidente que lleva poco tiempo entre nosotros y que aún no conoce la realidad de los entresijos por los que se mueve el club que le paga. Lo fácil es pensar que son los jugadores quienes filtran alineaciones y formas de juego. A poco que consulte con su particular Doctor Watson llegará pronto a distintas y sorprendentes conclusiones.
El club lleva una dinámica decepcionante e injusta en lo que se refiere a la relación con los medios. Hace unas semanas quise tener un detalle con un futbolista. Traté de encontrarme para hablar con él y tomarnos un café. No fue posible, entre otras cosas, porque les dicen que somos Satanás y el Profesor Moriarty juntos y que ni se les ocurra y que, cuanto más lejos, mejor. Para evitarle problemas decidí enviarle el regalo por correo. Le hizo ilusión y me dio las gracias porque es educado.
¡Qué lejos quedan los tiempos de la feliz compaña (ahora claramente perdida) y de las relaciones fluidas! Esta misma semana hablaba Canales de remar en la misma dirección, frase muy manejada en épocas de dificultad. Recuerdo que, cuando viajábamos todos juntos y nos llevábamos estupendamente, el entrenador de turno se juntaba muchas veces con nosotros la víspera de los encuentros para tomar un café después de cenar y compartir opinión y proyectos. Las cosas eran mucho más simples, sencillas y menos sofisticadas que ahora.
Estábamos al corriente de muchas cosas, incluso de alineaciones, pero existía un compromiso de respeto y silencio que sabíamos guardar. Celebrábamos juntos los éxitos (Sevilla, con Boronat de técnico) y compartíamos los momentos de decepción (Vigo o Valencia). Sería bueno que nuestro Sherlock investigara por sus medios el pasado y encontrara muchas de las razones que ayudaron a este club a ser grande, más allá de los recursos y de los refuerzos rimbombantes.
Y que no se preocupe que aquí, antes de que él llegara, hemos hablado inglés, francés, alemán, euskera guipuzcoano, euskera vizcaino, además del español, y hemos aguantado carretas. Es decir, estamos vacunados contra todo tipo de planes y corrientes, lo mismo que de costumbres y manías. En ese ejercicio de adaptación a cada realidad están precisamente el valor y el mérito. Nos gusta identificarnos con el equipo cuando dice cosas y transmite, como ayer en buena parte del segundo tiempo.
El fútbol cautiva por su simplicidad, pero también por lo inesperado y la capacidad de sorprender cuando menos lo esperas. Eso le pasó, seguro, a Sergio Canales, cuando se encontró con un balón divino de la muerte que no desaprovechó y que al final fue decisivo porque dejó los puntos en casa cuando más se necesitaban.
Supongo que a estas horas el meta Casilla sigue dando vueltas a la jugada y al error que terminó derrotando a su equipo. La Real se lo agradece, porque le cuesta un Perú crear ocasiones de gol y materializarlas. El tanto fue un oasis en medio del desierto ofensivo del primer periodo y del dominador segundo. Por ahí Moyes puede establecer otra línea de investigación que descubra el porqué de lo que les cuesta a los suyos cerrar los partidos, incluso cuando los domina.
Hablábamos de un triduo que se iniciaba ayer y que seguirá frente a Getafe y Córdoba. Oportunidad para distanciarse del peligro y coger el aire que tanto necesitamos. Y del asunto Aldridge prefiero no opinar. ¡Traca!