El Beaterio de Iñaki de Mujika

De poder a poder

Ciertamente la sensación apuntaba a empate. Tras los comienzos fulgurantes, dos goles en diez minutos, la Real y el Eibar se enzarzaron en la batalla táctica que sus entrenadores eligen para hacer daño al contrario. Cada uno con sus armas y sabiéndose la lección de pe a pa. Ambos equipos cometieron pocos errores y cedieron pocos espacios.

Quizás los armeros un poco más en el tramo final del partido. Mendilibar decidió incorporar el músculo de Ramis en defensa de un resultado que no era malo para ellos. Como antes, Bruma recibió la bendición de Eusebio, el encuentro se metió en idas y venidas. El portugués lo revolucionó casi todo y Agirretxe, cuando apenas quedaba tiempo para otra cosa, acertó con la puntilla.

Segunda victoria consecutiva en casa desde el cambio de técnico para una Real que nunca lo tuvo fácil porque los azulgranas apretaron de lo lindo para jugar de poder a poder con el oponente, dentro de esa línea en la que el club está inmerso a estas alturas.

Que los tiempos han cambiado es obvio. No hace tanto que las cosas eran muy distintas. Os sitúo en 1999. El Eibar llevaba una temporada sufriendo hasta tal punto que cuando restaban cinco jornadas para el final del ejercicio, los armeros estaban a once puntos de la salvación. Evitar el descenso era casi una quimera.

Entonces hacía también un programa de radio por la noche. Me gustaba llamar a Iñigo Arriola, jugador azulgrana, un crack en la más grande dimensión de la palabra. Siempre contaba cosas y era un placer mantenerle el pulso. Si estabas con las pilas bajas, le dabas un toque y salías enchufado. Allá por febrero-marzo en una entrevista comentó en antena que si se salvaban, él y su compañero Quico Rey iban a hacer el tramo gallego del Camino de Santiago en acción de gracias.

Sinceramente, creí que era imposible y que el camino hacia la Segunda B era el destino. Como me gusta el mambo, le dije, micrófono abierto, que si conseguían el objetivo, les acompañaba en verano. Los de Barasoain entonces firmaron un espectacular fin de ejercicio, manteniéndose invictos en las últimas nueve jornadas y llegando al partido decisivo de Ipurua ante el Toledo con la posibilidad de celebrarlo por todo lo alto.

Nada más comenzar el choque marcó Goio y en la segunda parte Iturrino y Arenaza cerraron el resultado que coincidió con la derrota del Mallorca B en su feudo. Era la confirmación de la salvación. Aquella noche, tres meses después de la entrevista, Iñigo me llamó para recordarme el compromiso adquirido. No había otra que cumplir la palabra dada.

Los jugadores del Eibar entonces eran cercanos y entrañables. Garmendia, Artetxe, Luluaga, Bixente, Olano, el propio Arriola y tantos otros que hicieron grande al club y lo mantuvieron en Segunda, batiendo todos los récords de permanencia desde la fidelidad a los colores y el orgullo de la pertenencia.

Había quedado con ellos en Galicia. Iba en coche hasta Arzúa, donde me esperaban para cenar. Les faltaban poco más de cuarenta kilómetros para llegar al Obradoiro. No iban solos porque les acompañaban otro periodista y un amigo común. Ritmo increíble el suyo. Cubrían las etapas a velocidad de vértigo. Se notaba su buen estado de forma. Podría escribir un libro de aquellos momentos inolvidables.

Abrevio. Llegamos a la catedral y asistimos a la misa de peregrinos. Al concluir, entramos en la sacristía. Ellos quisieron entregar una camiseta, que entonces llevaba la publicidad de Euskotren. El sacerdote se quedó sorprendido. Bendijo a los presentes, guardó la camiseta y, con la misión cumplida (y otras cosas que no debo contar), iniciamos el camino de regreso en vehículo a motor. Había que pasar por Viveiro para dejar a Quico con su familia. Llegamos a la casa, donde nos recibieron con mucho cariño y un refrigerio. Muy atento a todo lo que pasaba, estaba su enorme y querido perro. Un Rintintín tamaño toro de Miura que me dejó sin aliento hasta que volví a sentarme al volante. El viaje de vuelta fue estupendo, alegre, jovial y divertido. Compartes muchas cosas y aprendes a conocer que detrás de un deportista, más o menos mediático, hay una persona que merece la pena.

Cuento esto para que comprobéis que las relaciones entre jugadores e informadores iban mucho más allá del día a día, sin que pasara nada. Hoy es imposible porque para hacer una llamada o sentarte en una mesa con cualquier futbolista debes consensuar los encuentros con los jefes de prensa, gestores de relaciones externas, asesores, pensadores de la nada y compañía que, lejos de abrir portones para que entre aire fresco y las relaciones fluyan desde la normalidad, lo complican todo, perjudicando muchas veces a las entidades que les pagan. Como en todo, hay honrosas excepciones, incluso para tomarte un blanquito con pintxo después de un 2-1 que cada cual valorará a su gusto. De poder a poder, según los colores.

Iñaki de Mujika