El Beaterio de Iñaki de Mujika

¡Zasca!

Las nuevas palabras y su significado atraen mi atención. Trato de ponerme al día y entenderlas. Constituyen una especie de argot, habla coloquial, modernidad o respuesta rápida a la lentitud academicista que tarda mucho en bendecir lo que la gente usa con normalidad en el lenguaje popular. Hago esfuerzos por no quedarme rezagado y entender lo que quieren decir quienes las manejan con maestría.

Fue inolvidable una noche en Castellón de la Plana, cuando volviendo al hotel después de un partido en Castalia, un chico joven que estaba apostado en una esquina me preguntó al pasar si quería chocolate. “¡No, gracias!”. Estaba sin cenar y aquel momento no era para comerme una tabletita. Nos juntamos pocos minutos después algunos compañeros que habían viajado para cubrir la información en un restaurante. Les conté lo que me había sucedido porque me sonaba raro. ¡Que haya alguien a esas horas de la noche vendiendo chocolate?!

El cachondeo de los compis fue sonoro, porque aquel chico pensaba que podía comprarle hachís. Esa fue mi preocupación. Más allá del desconocimiento del doble significado, sufrí un pequeño trauma, ya que me catalogó como posible porrero. ¡A mi edad! Desde entonces tiento la ropa cada vez que algo suena raro y no se mueve entre los habituales parámetros.

Ahora vive en permanente ebullición la zasca. ¡Zasca para arriba, zasca para abajo! La RAE no la contempla, pero los diccionarios actuales sí y la definen como “un corte, un hachazo dialéctico o una bofetada verbal”. Es decir, que aquí cabe casi todo. Por ejemplo, la de Piqué a Arbeloa y la contestación de Granero. Lo mismo que el cruce de descalificaciones en el mano a mano político del pasado lunes (no incluyo aquí la bofetada de Pontevedra). Idem, la alineación de Cheryshev y su posterior sanción. Por añadir más cosas, las habituales declaraciones de Mourinho o de Paco Jémez que ante la inminente visita del Rayo al Bernabeu asegura que “el día que repartieron cerebro me tocó poco, pero cuando repartieron huevos me tocaron los más gordos”. ¡Zasca!

Y zasca hubiera sido también que la eliminatoria de anoche hubiera concluido con prórroga y penaltis. Visto lo visto, ni tan mal. Sabéis de sobra que los horarios de los partidos nos matan. A vosotros porque llegáis a casa a las mil y a nosotros porque para terminar los trabajos debemos ir a la carrera. El tiempo es oro y no sobra cuando la rotativa calienta los motores para que nos puedas leer a esta hora.

Eusebio anunció el martes que Agirretxe necesitaba descansar y que Jonathas estaba preparado con ganas de mojar y ofrecer buenos argumentos a quienes apostaron por él y le contrataron. El manejo de las plantillas es primordial en el trabajo de los entrenadores. El difícil equilibrio entre lo individual y lo colectivo. Los famosos egos de los jugadores conllevan decisiones.

Luego, está el manido discurso de los preparadores. Nadie quiere tirar el torneo, pero las decisiones muchas veces chocan de frente contra el discurso. El técnico realista eligió un equipo competitivo. Alineación que pudo sorprender con Vela en el banquillo y Oyarzabal con galones de responsabilidad y mucha gente de tronío en el once inicial. Iñigo, Illarra, Canales, Xabi Prieto? pocos experimentos y confirmación de voluntades.

Esa es la teoría, pero falta el gol. Al poco de empezar el encuentro, la tuvo Jonathas pero Lizoain sacó una mano espléndida y mandó al limbo la más clara oportunidad de cambiar el sino de la eliminatoria. Luego pasaron cosas y casi todas en dirección contraria a los deseos, salvo el soberbio tanto de Canales que devolvió la ilusión a la grada antes que se desesperase.

El segundo tanto que se anhelaba no llegó y la suerte del equipo en la competición se fue al traste, como casi todos los años anteriores desde hace décadas. Las Palmas fue mejor en el cómputo de los dos encuentros. Explotó sus virtudes y sin decir palabra pegó un zasca en toda regla al oponente y a la ilusión por hacer camino. Nos queda la liga y ahí?

Iñaki de Mujika