La reciente gala de premios y premiados del fútbol profesional, así como la posterior deriva, demuestra el percal que nos rodea. Tras las quejas de los años precedentes, merecidas, porque a los colchoneros del Manzanares no les daban ni un accésit, esta vez se llevaron lo habido y por haber, aunque el principal protagonista, Griezmann, no acudiera al evento. Lo mismo que los jugadores del Barcelona a los que su entrenador Luis Enrique les concedió, casualmente, unos días de asueto que aprovecharon “para perderse”. Las ausencias determinaron que el humor de Leo Harlem fuera lo más aplaudido de la noche.
Allí, por parte del Barça, solo estuvo Bartomeu. Tampoco Aperribay, ni Urrutia se dejaron ver, quizás porque están muy lejos de quien preside la LFP y porque el sarao, por tedioso, no cautiva. Si no fuera por el pastizal que los clubes se llevan de las televisiones, en esa institución la convivencia sería imposible. Basta comprobar cómo el cuadro catalán le pide al TAD que actúe contra Tebas y el Comité de Competición, porque sus palabras, a raíz del partido de Mestalla, han sentado en la entidad catalana mucho peor que una patada donde más duele.
Ciertamente, entretienen. Pocas horas después del desencuentro, los socios de Osasuna acuerdan por mayoría de votos en la asamblea del club declarar persona non grata a quien hoy dirige el destino del fútbol profesional español, pese a que el club avaló la candidatura del aspirante a la reelección. Es decir que, el charco está para entrar con katiuskas.
Por la alfombra roja de la gala en Valencia desfilaron directivos, técnicos, cantantes, presentadores, directores deportivos y entrenadores. Entre ellos, Asier Garitano, humilde y eficaz técnico que vive en Leganés el mejor momento de su carrera como preparador. La competición y los resultados medirán sus pasos, pero sabe cuál es la idea que comparte con sus jugadores y lo que supone para una población como aquella la pertenencia a la élite del fútbol. Le ha costado mucho llegar. No se le han subido los humos a la cabeza.
Cuando le llamas para una entrevista, responde sí sin paliativos. Te atiende a las mil maravillas, te respeta y no te manda por los pasillos insondables de los departamentos de prensa que, lejos de ayudar, lo complican todo cada día más, hasta hacer de esta profesión y de la relación con los profesionales un calvario en toda regla. Dónde estábamos y a dónde nos han llevado.
Garitano me cae bien y le deseo lo mejor. Se lo merece porque el camino hasta aquí no ha sido fácil. Como jugador vivió su experiencia y como técnico pasó las de Caín. Por eso, ahora, vive en la Arcadia feliz aunque la emoción vaya por dentro y las inquietudes formen parte de su mochila. Es de esas personas normales que se dejan querer. Coincidía el encuentro con el partido doscientos de Carlos Martínez que se le parece en muchas cosas. Discreto, profesional y cumplidor. No será un jugador top, pero se deja la piel sobre el campo y da todo lo que lleva dentro. Futbolista sin dobleces, ni poses.
Hace una semana dio un pase de gol y subió la banda cuantas veces fue necesario. Ayer repitió centro, aunque el remate llegara a ritmo de samba. Con motivo del bicentenario le han hecho entrevistas y le han preguntado sobre sus recuerdos. Una respuesta doble: el ascenso a Primera y la clasificación para Champions. ¡Qué lejos queda todo! Ahora, conseguir dos triunfos consecutivos se considera conquista. Motivo de satisfacción.
Era obvio que la Real no se iba a encontrar con ningún regalo, a no ser el habitual lote de pepinos con el que se obsequia a cada equipo que visita Butarque. Pepinos de primera denominación de origen Leganés. Y como si fuera una premonición, la Real ganaba con dos remates espectaculares, dos pepinazos. La cabeza de Willian José y el derechazo de Xabi Prieto coronaban el buen partido coral de un equipo que fue superior de principio a fin.
Generoso en el esfuerzo, solidario en las ayudas, concentrado desde el inicio, el conjunto de Eusebio mostró su mejor versión, del mismo modo que lo hizo hace una semana ante el Alavés. Sumados los puntos y los esfuerzos, doblete y cogiendo aire a velocidad de crucero. Si al entrenador le han caído palos, porque su gente estuvo lejos en Eibar y San Mamés, ahora habrá que reconocerle la capacidad de gestionar las cosas y el rendimiento.
No suelo destacar a los futbolistas, pero el partido de Zurutuza e Illarra se escribe desde la enorme generosidad en el esfuerzo por robar y robar y seguir robando balones. Enormes, lo mismo que Willian José, cuya aportación es una gran noticia, lo mismo que la recuperación paulatina de Agirretxe. Buen rollo.
Todo pasa poco antes de afrontar un calendario muy exigente que comenzará con la visita del Atleti a Anoeta. Faltará Iñigo por acumulación de tarjetas. Una lástima que obligará al míster a modificar lo que bien funciona.