Ahora que tanto se habla de Pío Baroja, al cumplirse el sesenta aniversario de su fallecimiento, traigo a colación una novela, Camino de perfección, que pertenece a una de las trilogías del autor, La vida fantástica. Quiero hacer un paralelismo entre el protagonista de la obra y Xabi Prieto, aunque entre Fernando Ossorio y el capitán realista, salvo sorpresa mayúscula, no haya mucho parecido. Vamos, más bien ninguno.
Recurro simplemente al título. Cuando esta semana compareció ante los medios, no quiso prolongar en exceso los detalles que se refieren al futuro y a la decisión que se relaciona con su continuidad como futbolista en activo. Está en su perfecto derecho. Incluso, dejó claro que no le apetece mucho que le pregunten por el asunto hasta que llegue el momento definitivo.
Aseguró que disfruta con el momento actual y que todo dependerá de cómo respondan cabeza y corazón para elegir un camino diferente o continuar trazando el que sigue desde hace muchos años. A raíz del encuentro con los periodistas, aproveché el festivo martes para pensar en él, en este artículo y en los momentos compartidos. Más de diez temporadas, con el 26, con el 24 y con el conocido 10, el número reservado a los futbolistas de diseño, los artistas.
Recordará siempre el 1-4 del Bernabéu, con Denoueix al mando, cuando firmó una de esas actuaciones de dibujos animados, con dos goles y un firmamento por delante. Han pasado doce años desde entonces y en esa travesía lo ha dado todo, incluso en los momentos de máxima dificultad. Se podía haber ido unas cuantas veces, cuando las ofertas llegaron a su mesa. Antepuso el valor del compromiso y la pertenencia a las mareantes cifras de euros o pesetas. Así es si así os parece.
Lidera un grupo a su manera. Desde fuera se le puede ver de un modo, pero dentro, en el vestuario, es otro. Cabal, íntegro, poniendo las cosas en su sitio en los momentos de máxima dificultad. Basta que preguntéis a un compañero para encontrar esta respuesta. Guste más o menos es él. Un líder a su manera. Persona capaz de gestionar un grupo que se sienta orgulloso de pertenecer a un proyecto con el que se comprometen.
Celebraría que la Real diera un paso al frente con él, en algo que falla desde tiempo inmemorial. Cuidar la imagen con un referente. Lo hace el Athletic con Iribar; el Real Madrid, con Butragueño; el Valencia, con Juan Cruz Sol? Equipos que se sienten orgullosos de futbolistas que lo han sido todo y que siguen honrando y representando a la entidad. Distintos papeles, pero parecido valor. Xabi es un universitario con estudios de economía, un conocedor del club cuya camiseta defiende, un estupendo y educadísimo relaciones públicas? Lo tiene todo para que el club crezca allí donde le queda mucho margen de mejora.
En esa comparecencia, el capitán habló también del Atlético de Madrid, lo mismo que Zurutuza pocos días después. Ambos coincidieron en las dificultades que el equipo se iba a encontrar ante la cuadrilla que lidera Griezmann, aspirante a todos los galardones. Los colchoneros especulan poco, porque su entrenador no es melindroso y quiere que su equipo compita hasta cuando duerme. Si no estás a su nivel, fiesta.
Conocida la lección, sólo quedaba recitarla ante el exigente examinador. Los realistas cuajaron un partido soberano, capaz de cautivar a quienes no creen en sus posibilidades. Dominadores del balón, amos de la posesión, sin miedo a jugar de frente, sin recular con la ventaja. Todo bien. Los temores por la ausencia de Iñigo se solventaron atrás con firmeza, tanto en las paradas de Rulli como en la gestión de las ayudas y de la anticipación de los demás. No era fácil. Es cierto que entre las muchas virtudes que adornan al grupo está la solidaridad.
Ahí hubo goleada. Illarra y Zurutuza multiplican panes y peces. Willian José es un roble y Carlos Vela sonríe enseñando sus nacarados dientes porque juega bien y disfruta. Recuperado para la causa y para México, que le llama de nuevo.. A partir de ahí, aplausos para todos con el respetable puesto en pie. Ovación añadida para el banquillo, porque el técnico no se movió un ápice de sus creencias y desde el púlpito del entrenamiento diario convenció a los suyos. Le siguen a pies juntillas.
No sé si puede llamarse camino de perfección, pero lo que está haciendo a esta hora el equipo es digno de elogio. No hay quien lo discuta. Sin brillo ni en Ipurua, ni en San Mamés ahora, tras enlazar tres triunfos consecutivos, la forma de disputar los partidos es mucho más fiable. Da gusto. Quienes ponían en tela de juicio los triunfos ante equipos fáciles (Alavés, Leganés) no encontrarán fácil argumento para infravalorar el triunfo ante los colchoneros.
Diecinueve puntos y dos semanas para preparar el siguiente compromiso en El Molinón, en donde supongo que habrá ganas de sacarse la espina del pasado ejercicio. Con Xabi Prieto al frente, en esa posición interior en la que el fútbol es para valientes. No sé si existe la perfección en el juego, pero la Real de ayer se acercó mucho. Ha elegido un buen camino.