Hay cosas que se repiten en el tiempo con relativa asiduidad. Por ejemplo, los candidatos y la persona elegida para recibir el Tambor de Oro, a lo que no me voy a referir, y las rotaciones de los equipos cuando afrontan compromisos seguidos y de máxima exigencia. A lo que tampoco me voy a referir, por agotamiento y desgaste mental.
Eusebio estiró ayer la goma alineando lo mejor de lo que disponía, sin mirar más allá de la cerámica. Siete jugadores titulares que repiten en los tres últimos encuentros. Quería seguir en la competición, porque le apetece y porque cree que existe una posibilidad de éxito. El resultado y la actuación coral del equipo le reafirman.
Temía Escribá un gol de la Real y lo encontró en la zurda de Oyarzabal al cuarto de hora de partido. Conseguido el objetivo de poner las cosas más difíciles, los guipuzcoanos supieron defender mejor que nunca el botín, aunque para ello renunciaran, sobre todo en la segunda parte, al balón para defenderse con traje de faena y esfuerzo estajanovista. El Villarreal, que tampoco racaneó en la formación inicial, nunca pudo con el oponente y cayó justamente eliminado.
Estando en Segunda nos tocó jugar en la ciudad deportiva. En aquel equipo figuraba un tal Musacchio, central indiscutible, que disputó un partido formidable y que me entusiasmó. No me cuelgo ninguna medalla, porque aquello se veía venir. Importante, aunque ayer no pudiera jugar por una fractura en su muñeca de la que ha sido operado. Una defensa sin el argentino, es menos defensa.
En aquella oportunidad, Javi Gracia, que formaba parte del organigrama del club, nos enseñó las instalaciones. Como aquello es una planicie inmensa, surgen campos de juego como champiñones.
En medio de todo ello un edificio que sirve de residencia para el proyecto futbolístico que defienden. Biblioteca de estudio, dormitorios, cocinas y comedor, salas de reuniones, despachos para todos los que deben decidir las cosas. Fueron pioneros, gracias a las ideas y a los recursos. Iban por delante y se notaba. Del trabajo colectivo bien hecho, Bruno Soriano es el adalid, santo y seña de la entidad.
Luego, tropezaron, cayeron y se volvieron a levantar con más fortaleza que antes y ahí siguen con la sensación de fortaleza que se intuye desde fuera y en la distancia. Ciudad pequeña, estadio reconstruido y coqueto, fiel afición, entusiasmada con los suyos, porque cuando comenzaron esta feliz travesía se encontraban en el fondo del pozo y no les conocía nadie y hoy están por delante de todos los que les ninguneaban. Ejemplo a seguir.
Recuerdo el día en que ficharon a Martín Palermo. Maradona le dijo que en ese equipo no se le había perdido nada, porque al Pelusa ni le sonaba el nombre y mucho menos el club. “¿Palermo, al Villarreal? No me joda. Palermo merece otra cosa bien distinta”.
Se atrevieron con todo. Contrataron con el tiempo futbolistas de primerísimo nivel y han competido como los mejores, con plaza europea en varias ocasiones y con la sensación de refrendar un proyecto consistente en cada decisión, incluso en la salida de su anterior entrenador Marcelino García Toral. No les tembló el pulso. Ahora es Fran Escribá quien dirige la nave.
Lo intentó todo con el equipo inicial, y con los cambios, pero se encontró con la Real coriácea y solidaria. En el campo de la cerámica el conjunto txuri-urdin salvó la vajilla y los muebles, pasando a cuartos de final, a costa de un rival que sigue entero en otras competiciones y que tratará de evitar que estos platos rotos tras su eliminación no le hagan mucho daño. No estarán en el sorteo del viernes, donde ocho equipos se emparejarán para seguir jugando en esta cuesta de enero cuyo calendario ha diseñado el enemigo. La respuesta formidable del equipo de Eusebio ayer bien merece un paseo por un boulevard en el que también se sueña.