FC Barcelona 5-2 Real Sociedad |
---|
Cuartos Copa (vuelta) – 26/01/2017 |
El Barça era favorito antes de la eliminatoria con la Real y, disputados los dos encuentros, no ha habido sobresaltos. Era previsible que los catalanes sacaran el reto adelante, pese a la enorme voluntad de los realistas por evitarlo. Los de Eusebio han puesto todo sobre el tapete verde, pero el rival no ha bajado la guardia ni un momento, ni nos ha concedido una tregua, ni nada que nos acercara realmente a las semifinales. Te esperan, te hacen cinco, y aunque les marques dos goles hermosos, necesitas siempre más. Los de Luis Enrique se comen la tostada y ya está.
Supongo que nadie se rasgará las vestiduras por ello. En el inmediato horizonte existen retos que seguirán ilusionando a la entregada afición. Conviene no despistarse. Dentro y fuera. Suelo fijarme bastante en los pasos del entrenador, en las decisiones que afectan a los futbolistas: convocatorias, alineaciones y cambios. Lo mismo que a su discurso en las comparecencias. El técnico mide mucho sus pasos y sus palabras. Ilusión, sí; euforia, no.
Envía mensajes directos e indirectos. Hasta ahora su comportamiento ha sido más exacto que las matemáticas. No es habitual que el entrenador se salte el escalafón, porque debe gestionar el grupo y evitar sobresaltos en su plantilla. Sin embargo, en este viaje, dejó en casa al lateral izquierdo Héctor Hernández. Pudo sorprender esa decisión que conllevaba otra en paralelo. Kevin Rodrigues, el habitual lateral izquierdo del filial, formó parte de la convocatoria de 18 para el Camp Nou.
A partir de ahí, caben todas las especulaciones. Una se relaciona con la posibilidad de que la tarjeta amarilla a Yuri sea efectiva y no pueda jugar en el Bernabéu por acumulación de amonestaciones. En ese caso, se podría pensar que preserva al vallisoletano para la gran cita del domingo en Madrid. Otra, más profunda y menos medible, es que el preparador envíe un aviso a la tropa y alerte de que, si no espabilas, alguien puede venir por detrás y comerse la tostada. Sea lo que fuera, como tantas otras veces, solo el tiempo nos dirá por qué y para qué.
Hemos conocido técnicos que no miraban a la cantera ni de reojo y que no sabían el camino del campo en el que jugaba el filial. Ahora, muchas veces los jugadores del Sanse entrenan con el primer equipo y son convocados las veces que sea menester. Les enseñan el camino y ellos deciden si seguirlo o quedarse a medias. En las actas arbitrales de esta temporada han figurado los nombres de Bautista, Zubeldia y, como anoche, Kevin y Odriozola, debutante en Málaga con un comportamiento exquisito sobre la cancha y que volvió a contar de nuevo con minutos de confianza en un escenario en el que no hay respiro.
Anoche nos tocaba bailar con la más fea. Que el Real Madrid cayera eliminado en Balaídos no era una buena noticia para los realistas, porque el Barça ambiciona títulos aunque disponga en sus vitrinas de un arsenal de copas. La presión mediática, la interna, y la externa de los aficionados, obliga y ahora, en el inmediato horizonte, se veía la posibilidad de alcanzar las semifinales y aspirar a un nuevo título. La Real trató de impedirlo con toda la artillería. Eusebio no reservó ni el bidón del agua milagrosa y Luis Enrique se marcó un trío con Mascherano, Denis Suárez y André Gomes para montar un centro del campo arropadito para evitar sorpresas desagradables. ¿El miedo guardaba la viña o se temió que le comieran la tostada?
Después se suman los aspectos no controlables. Por ejemplo, los errores de los árbitros. Me pareció falta la acción de Umtiti sobre Xabi Prieto que derivó en una recuperación del balón que no desaprovechó la pierna derecha de Denis Suárez. El fallo del trencilla volvió a incidir en la suerte del partido… ¡y van unas cuantas! A partir de ahí, el encuentro derivó al plan del Barça más que al de la Real, empleada en el trabajo con más voluntad que peligro sobre la meta de Cillesen antes del descanso.
Luego, se desataron unos y otros. Es imposible mantener la concentración. La Real adelantó líneas, pudo empatar si el meta blaugrana no se la para a Willian José. ¿Hubieran cambiado las cosas? Vaya usted a saber. Después, el pim pam pum de idas y vueltas, con sabor copero, y con el orgullo de un equipo que lo dio todo y al que nada se le puede reprochar. Por delante, seguro que muchas oportunidades de comerse la tostada.