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¡Agárrense, que vienen curvas!

Sugirió Eusebio en la rueda de prensa del jueves que no nos despistáramos con el sorteo europeo y que nos centrásemos en el partido de anoche con el Villarreal. La idea era buena, pero fuera de su entorno no le hemos hecho ni puñetero caso. Ayer a la una, todos como clavos atentos a los bombos, a las manos inocentes, a los grupos, a las letras y a la geografía. Ese seguimiento me permitió descubrir un equipo que se llama Sheriff, en cuyas camisetas supongo no luce la estrella plateada de la autoridad.

Hasta que llegó nuestro turno, tuve tiempo de hacer unas lentejitas con las que entretenerme después de conocer que los destinos geográficos y deportivos que nos han caído en suerte son cualquier cosa, menos cercanos y cómodos. Eso del grupo amable deberá esperar. Pensé en San Petersburgo, Trondheim y Skopje como ciudades lejanas y frías, aunque con atractivos. Viajar a la ciudad rusa y poder visitar el Hermitage, un monumental museo, merece la pena. Sólo por eso. La ciudad noruega ofrece el atractivo del agua, de los parques, de los colores de las casas que se reflejan en los canales acuosos, de la imponente catedral de Nidaros, muestra del gótico escandinavo, de la arquitectura militar y de la vida, muchas horas a oscuras.

Aunque pueda parecer raro, Skopje es la ciudad que mejor conozco porque allí milita el Vardar, sí, pero el de balonmano, el actual campeón de Europa. El pasado mes de junio ganaron la final al Paris St. Germain con Sterbik, Cañellas, Maqueda y Dujshebaev en sus filas, aunque alguno no continuará la inmediata temporada. El nombre del club se relaciona con el río que atraviesa la ciudad en la que nació la madre Teresa de Calcuta. Seguro que quienes decidáis viajar hasta allí conoceréis la shopska, una ensalada típica que no falta en ninguna parte.

Sé de sobra que la feligresía soñaba con Londres, o Roma, o Bélgica, o Salzburgo para turistear a la grande, pero cualquier punto del camino también encanta. En lo deportivo, suenan a rivales áridos y con las ilusiones intactas. Como nosotros, mientras el devenir de la competición no diga otra cosa. Parece evidente que la acumulación de partidos seguidos, de máxima exigencia, va a obligar a un sobresfuerzo. ¡Agárrense, que vienen curvas!

Contado esto, tocaba situarse en el debut liguero de Anoeta. Un protagonista, Xabi Prieto. Quinientos partidos entre pecho y espalda, una trayectoria, una evidencia y un compromiso. No albergaba la menor esperanza de encontrarle en la curiosa lista de elegidos de Julen Lopetegi para los partidos oficiales que le esperan. Bueno sería que para algún amistoso, de esos que se juegan en tierra de nadie, le convocara una vez para por lo menos refrendar su carrera con la internacionalidad que ninguno de los seleccionadores anteriores tuvo a bien ofrecerle. Ni siquiera cuando brillaba como nadie.

Llegaba el Villarreal con camiseta amarilla incógnita porque en el primer encuentro de liga los de Escribá no cuajaron un buen partido. Aquel día le faltaban jugadores que recuperó para la cita de Anoeta, además de Bacca, la última adquisición. Un delantero que junto a Bakambu puede formar una vanguardia frisona, capaz de proporcionar un dolor de cabeza a cualquier defensa, incluida la nuestra. Lo intentaron con juego vertical hasta el gol de William José. El formidable partido de Aritz Elustondo y el valor de Navas suplieron la ausencia de Iñigo Martínez. Parece que el puntapié en la nalga se lo debieron dar con zapato puntiagudo. ¡Iñigo, ponte bueno, que te queremos y te necesitamos!

Era previsible que Eusebio realizara pocos cambios. Metió más verticalidad y remate con Juanmi, en detrimento del mejor fútbol de Canales. Los demás, los mismos de Balaídos. Con prolegómenos edulcorados por la entrega de la camiseta conmemorativa del quinto centenario del capitán, a quien la hinchada le dedicó, en el minuto diez, una sonora ovación como muestra de cariño y fidelidad. ¡Qué difícil es encontrar clubes con jugadores de tan larga y eficaz trayectoria! Por supuesto, estuvo participativo en grado sumo, dio un pase de gol y marcó uno para redondear el aniversario.

La lesión de Rukavina y la forzosa modificación defensiva antes de iniciarse el encuentro obligaron al Villarreal a cambiar de planes, dejando una zaga poco consistente y destartalada que encajó tres goles a balón parado. Primero Andrés Fernández y luego Barbosa, tras lesionarse su compañero, evitaron que los números del marcador tintaran de rojo y sofoco el rostro de los visitantes. La Real, en un primer tiempo formidable, les dejó sin argumentos. Eusebio decidió minutos para Imanol y el de Usurbil disfrutó como los niños pequeños con zapatos nuevos. ¡Ha sufrido tanto!

Hacía quince temporadas que el equipo no ganaba los dos primeros partidos del campeonato. Dispone ahora de quince días para progresar y prepararse para todas las batallas que les esperan. Algunos futbolistas irán con sus selecciones, pero el grueso del pelotón se quedará en Zubieta. A la hora de escribir este artículo, desconozco el alcancé de la lesión de Navas. Ojalá nada estropee una noche tan redonda como la de ayer.

Iñaki de Mujika