El Beaterio de Iñaki de Mujika

Un cesto cargado de velas

Cuando Sergio Canales firmó por la Real Sociedad, en una de esas tertulias radiofónicas nocturnas y madrileñas, no entendían que el jugador cántabro nos eligiese a nosotros como el nuevo destino en donde recuperar las sensaciones y superar las secuelas físicas y anímicas de las operaciones de sus maltrechas rodillas. Jorge Valdano, entonces, les contestó allí mismo y silenció con una rotunda afirmación: “Mirad a Carlos Vela”.

El mexicano era entonces un adalid txuri-urdin. Destacaba por encima del bien y del mal, hacía sangría en las defensas contrarias y era un futbolista feliz. Siendo juvenil, consiguió golear en un campeonato del mundo sub 17. Allí se citaron decenas de ojeadores y fue el Arsenal el que le convenció. El fútbol inglés no fue el que le sirvió para destacar. Pasó por Salamanca, Celta, Osasuna, West Bronwich hasta que en 2011 aterrizó por estos pagos. La Real apostó por él con firmeza cuando posiblemente nadie le quería. Las negociaciones no fueron fáciles. Primero, a modo de cesión, con el visto bueno de Arséne Wenger. Luego, la compra de todos sus derechos. Acierto mutuo porque, como reconocía el lunes, estos han sido “los mejores años de mi vida”.

La presentación del chico de Cancún en Anoeta fue significativa. Mucha gente en la grada y la elección del 23 en su camiseta. Después, quiso el 11 que dejaba libre Mikel Aranburu en su retirada. Más tarde, con el beneplácito de sus compañeros, heredó igualmente parte del brazalete compartido como uno de los electos capitanes del equipo. Por tanto, no se marcha un cualquiera sino un futbolista de época que causó admiración por el juego y por los goles, alguno de espectacular chilena.

Lo único que le faltó fue carisma. La relación con los medios de comunicación ha sido prácticamente inexistente. Conmigo, también. Imposible una entrevista de las que me gustan. Hubiera disfrutado simplemente tomándome un café para escucharle hablar de la vida, de su país, de su gente, de las experiencias, de las decisiones relacionadas con su selección y valorarle más y mejor. Lo intenté sin mucha convicción y el éxito fue nulo. Tiré pronto la toalla. Era lo que él quería y le gustaba. Siento envidia de sus buenos amigos. Podía marcharse de otro modo mucho más festivo. No es lo que le apetece ni le gusta. Se despide casi entre silencios. Los problemas de su rodilla, el cansancio físico y mental, las ilusiones dormidas le llevan a otro destino. Cuando tuvo un entrenador que le entendió a las mil maravillas y olía cerca el perfume de Griezmann, ofreció la mejor versión como futbolista. Con eso nos quedamos. Como persona ha sido amigo de sus amigos, ha protagonizado alguna historia truculenta como aquella fuga a Madrid, conoció a su pareja y vio nacer aquí a su hijo. Más allá de los sucesos, le valoro como uno de los grandes jugadores que pasó por aquí. Los minutos que le concedió Eusebio en San Mamés se relacionaban mucho con la historia de los momentos estelares de su pertenencia a la Real. Seis minutos en los que nos recordó su mejor versión. Carlos, gracias por todo. Me gustaría decírtelo de frente. ¡Que seas feliz!

Con esta marcha a los Estados Unidos se abre el mercado de invierno. Pueden pasar muchas cosas o ninguna. En principio, hace pocas semanas todos afirmaban con rotundidad que no íbamos a fichar a nadie, cuando para una buena parte de quienes seguimos los pasos del equipo creemos que nos falta “algo” en el centro del campo. Prescindimos en pretemporada de Markel Bergara porque no gusta su estilo. Rubén Pardo juega lo mismo que yo a la Play Station y está aburrido de casi todo. Zubeldia es el abanderado de las sustituciones cuando uno de los tres mosqueteros se pone malo. Y si se utiliza a Canales en esas posiciones, le cortamos las alas a la creación y a la eficacia. El santanderino es, con perdón, jugador para alegrías, como Tania Doris y las alegres chicas de Coslada. No para correr persiguiendo rivales y poner en entredicho su talento.

En pasados beaterios hablaba de la necesidad de contratar a un jugador para la zona ancha. Citaba a Rabiot o De Bruyne porque los dos me apasionan. Lo hacía como ejemplos de lo que creo que nos hace falta. Una tanqueta que arrase y deje inerme al enemigo. Hay partidos que en la media se monta un guirigay con tintes de barbulla. Nos perdemos, nos desorientamos y sucumbimos. Y eso no se relaciona ni con el estilo, ni con renunciar a nada en lo que se cree, sino con la eficacia.

Y no voy a seguir para no cansarme, porque a estas horas en las que escribo no estoy para debates. Gracias al que decide los horarios entro al campo un miércoles y salgo un jueves. Aquí se acaba el año. Desde que iniciamos el curso, 25 partidos entre pecho y espalda. Unos estupendos, otros buenos, algunos regulares y otros que no califico para no molestar pero que están en la mente de todos. Estos días son más de abrazos y buenos deseos que de otra cosa. Así que dispongámonos a celebrar casi todo. Empezamos hoy por Santo Tomas (detallazo ayer en la sala de prensa con pintxos estupendos de txistorra, jajaja). Sigamos por los cánticos celestiales de los niños de San Ildefonso, miremos a Catalunya a ver cómo se lo montan y escribamos la carta a Olentzero, Papá Noel, Reyes Magos y pidamos que este equipo de amores y entretelas nos devuelva a la buena senda, a la de jugar bien, imponer la propia ley y ganar. Calendario y partidos quedan por delante.

Sed felices. Encended un cirio o si preferís una candela en honor al mexicano que se va. Que la luz del candil ilumine a quienes deben tomar las decisiones. En el mercado de Navidad hay algo más que pinos y lucecitas de colores. ¡Velas de buen olor, como el aroma que nos dejan las grandes tardes de quien se marcha! Ondo pasa.

Iñaki de Mujika