Un día entrevistaba a un pinturero sukaldari de nuestro territorio. Era esta época más o menos, y tratábamos de llegar a un consenso sobre el modo de limpiar nuestro organismo con una macro sopa que nos ayudara a mantener la competitividad estomacal y aparcar poco a poco los excesos navideños. No es bueno pasar del todo a la nada o del cero al infinito. Son importantes las buenas transiciones.
Ciertamente, como estas fechas han sido un desastre (también me afectó el virus) no necesitaba en exceso una cura depurativa, porque ya había sufrido bastantes pérdidas. Más bien, lo contrario. Recuperar la flora intestinal, superar el trancazo y salir con nota de este trajín de viento sur, viento norte, olas gigantes, ventiscas, txaparradas, nevadas y demás aditamentos de estos días locos.
El viernes fui a comer a Orio con amigos, pero antes hice la compra y llené la bolsa de puerros, vainas, apio, zanahorias, patatas, acelgas que trabajé con calma al día siguiente en la cocina de casa, a modo brundage, mientras oía al niño del segundo correr por el pasillo con el coche de policía que le trajeron los magos haciendo sonar la bocina de modo inmisericorde. Mientras eso sucedía pensé en el partido de Leganés, en las reales opciones de éxito y en la posible respuesta que los realistas, sin cambiar de colores, fueran capaces de ofrecer después de las vacaciones.
En ellas apareció el quebranto del patrocinador chino, la necesidad de señalar distancias con la gestión de la marca que patrocinaba las camisetas y esperar que el tiempo pase hasta que las cosas se clarifiquen y todo deba volver a empezar en otro mercado y con otra publicidad sobre los futuros y nuevos modelos de ropa que se anuncian. Por tanto, no de iure pero sí de facto, cambiamos de régimen. Éramos adictos a un proyecto y ahora dejamos de serlo. Aparcamos el mandarín y agradecemos al Leganés la deferencia de jugar con colores inmaculados.
Eusebio, como no podía ser de otra manera, mantuvo las constantes vitales en la rueda de prensa previa al partido de Butarque. Sabe de sobra que durante dos meses prácticamente va a disputar un partido por semana y ello le permitirá calcular y medir mejor las opciones, aunque no sé con cuántos futbolistas. La salida de Vela nos deja con uno menos y si, al final, Rubén Pardo oxigena su situación en otros lares como cedido, serán dos las bajas. Hasta aquí puedo leer y como, por fas y por nefas, siguen diciendo que no fichamos a nadie, doblo la cervical, inclino la rodilla, y pienso para mis adentros: ¡Amén, Jesús bendito!
El míster repitió la experiencia con Iñigo Martínez en el lateral, para dar mayor consistencia defensiva a la zaga, aún a costa de perder opciones por la banda. Luego, cuando se pusieron tiesas, Kevin saltó a su sitio e Iñigo volvió al centro de la zaga, pero aquello era en mitad de un tsunami de despropósitos que era imposible arreglar, porque el equipo se atolondró y perdió el norte. Los realistas son adictos al régimen del entrenador. Posesión, circulación lenta, escasas ocasiones de gol y repetición de los parámetros de tantas otras veces. Defiende su estilo. Está en su perfecto derecho, pero la eficacia en los resultados es lo que refuerza las ideas. Al final, pierdes con el Leganés, a la espera del Barça y del Celta, próximos visitantes de Anoeta. Como perdamos los dos, verás. Lo mismo que si los ganamos, claro. Después de un primer tiempo en el que la iniciativa fue txuri-urdin, con ocasiones de Illarra y Oyarzabal, llegó un segundo periodo paupérrimo. En el descanso, Asier Garitano decidió colocar a Omar en banda izquierda para parar las correrías de Álvaro Odriozola y cortar de raíz cualquier posibilidad de peligro. Formidable visión táctica. A esta hora, podríamos seguir todos en Butarque que el meta Cuellar se entretendría con la baraja haciendo solitarios. Ese es el mérito del técnico local. Y como quiera que alguna íbamos a hacer, esta llegó fiel a la cita un cuarto de hora antes del final.
El Leganés se encontró con lo que quería. Un gol para gestionarlo como le gusta. A partir de ese momento la poca Real existente desapareció y los cambios propuestos no modificaron para nada el decorado. Muerte dulce y decepción en toda regla. Una más de las muchas que jalonan el devenir en la liga de este equipo. Estos partidos los hemos visto repetidos unas cuantas veces y han terminado del mismo modo. Decía Rulli al acabar el encuentro que al equipo le faltó intensidad. Si lo comenta un protagonista A veces siento envidia de esos equipos que con cuatro botones hacen un abrigo y lo lucen desde la humildad, sin arrogancias. Pertenecen a otro tipo de régimen.